El lobo perdido
Había una vez un lobo llamado Fermín Luna que vivía en un hermoso bosque rodeado de árboles altos y frondosos. Fermín era un lobo muy curioso y aventurero, siempre buscaba nuevos lugares para explorar y descubrir.
Un día, mientras jugaba cerca del río, Fermín se alejó demasiado del camino y se adentró en el corazón del bosque.
Emocionado por la idea de una nueva aventura, siguió caminando sin darse cuenta de que estaba perdiendo su camino de regreso a casa. A medida que pasaba el tiempo, Fermín comenzó a sentirse preocupado. El sol empezaba a ocultarse entre los árboles y el bosque se volvía cada vez más oscuro. Pero no podía rendirse tan fácilmente.
Decidió buscar ayuda. Fermín corrió hacia una clara en el bosque donde vio una pequeña ardilla llamada Ramiro saltando de rama en rama.
Con voz temblorosa, le dijo: "¡Ramiro! Me he perdido en el bosque y no sé cómo volver a mi hogar". Ramiro miró alrededor con sus ojos avispados y respondió: "No te preocupes, Fermín. Conozco a alguien que podría ayudarte". Sin perder tiempo, Ramiro llevó a Fermín hasta la madriguera del sabio búho Don Octavio.
Cuando llegaron allí, encontraron al búho leyendo un libro bajo la luz tenue de las estrellas. Con voz profunda pero amable, Don Octavio preguntó: "¿En qué puedo ayudarte?"Fermín explicó su situación y Don Octavio sonrió.
"No te preocupes, Fermín. Perderse es parte de la aventura de vivir en el bosque, pero siempre hay una solución. Solo tienes que aprender a confiar en tu instinto".
Fermín se sintió aliviado y le preguntó: "¿Cómo puedo hacer eso?"Don Octavio respondió: "Debes prestar atención a las señales que te da la naturaleza. Los árboles, los ríos y los animales pueden darte pistas sobre el camino correcto". Fermín comenzó a seguir los consejos del sabio búho.
Observaba cómo los musgos crecían en ciertos lados de los árboles para saber hacia dónde estaba el norte. Escuchaba atentamente el sonido del viento entre las hojas para guiarse.
Después de un tiempo, Fermín notó un aroma familiar que flotaba en el aire: era el olor de su hogar. Siguiendo su nariz, finalmente encontró su camino de regreso al corazón del bosque donde vivía. Cuando llegó a casa, Fermín se dio cuenta de cuánto había aprendido durante esta aventura.
Agradecido con Ramiro y Don Octavio por su ayuda, decidió compartir sus conocimientos con otros animales del bosque para que ninguno se perdiera nunca más.
Desde ese día en adelante, Fermín Luna se convirtió en un guía confiable para todos aquellos que necesitaban encontrar su camino de regreso a casa dentro del bosque mágico. Y así fue como Fermín descubrió que perderse no siempre es algo malo; puede ser una oportunidad para aprender y crecer.
Y lo más importante, aprendió que siempre hay alguien dispuesto a ayudarte cuando más lo necesitas.
FIN.