El lobo que encontró el amor



Había una vez una pequeña niña llamada Caperucita, que vivía en un tranquilo pueblo rodeado de bosques. A Caperucita le encantaba pasar tiempo con su abuela, quien vivía al otro lado del bosque.

Siempre que tenía la oportunidad, Caperucita se ponía su capa roja y llevaba a su abuela deliciosas cestas llenas de comida. Un día soleado, mientras caminaba por el bosque hacia la casa de su abuelita, Caperucita escuchó un ruido extraño.

Se acercó sigilosamente y vio a un lobo solitario llamado Lucas llorando bajo un árbol. - ¿Por qué estás tan triste? -preguntó curiosa Caperucita. Lucas levantó la cabeza sorprendido y secó sus lágrimas rápidamente. - Oh, pequeña Caperucita, estoy tan solo y hambriento.

No tengo amigos en este mundo -dijo Lucas con voz temblorosa-. Todos me tienen miedo por ser un lobo. Caperucita sintió compasión por Lucas y decidió ayudarlo. - No te preocupes, Lucas.

Mi abuela siempre dice que todos merecen una segunda oportunidad. Ven conmigo a visitarla y seguro ella te dará algo de comer -propuso bondadosa Caperucita. Lucas no podía creer lo amable que era esa niña e inmediatamente aceptó su oferta.

Caminaron juntos hasta la casa de la abuelita y tocaron la puerta. La abuelita estaba sorprendida al ver a un lobo parado frente a ella junto a su nieta.

- ¡Oh, Caperucita! ¿Por qué has traído a un lobo aquí? ¡Es peligroso! -exclamó la abuelita alarmada. Caperucita sonrió y le explicó a su abuela cómo Lucas estaba solo y necesitaba ayuda. La abuelita escuchó atentamente y luego miró al lobo con compasión. - Está bien, Caperucita.

Tal vez este lobo merezca una oportunidad para cambiar -dijo la abuelita finalmente-. Pero debemos asegurarnos de que no haga daño a nadie. A partir de ese día, Lucas se convirtió en amigo de Caperucita y su abuela.

Los visitaba regularmente y juntos compartían comidas deliciosas. Lucas aprendió a ser amable y respetuoso con los demás animales del bosque, demostrando que todos podemos cambiar si nos dan una oportunidad justa.

Un día, mientras caminaban por el bosque, Caperucita y Lucas encontraron un conejito atrapado en una red. Sin dudarlo, Lucas corrió hacia él y lo liberó cuidadosamente. - ¡Gracias por salvarme! -dijo el conejito emocionado-. Pensé que nunca me iba a poder escapar de esa red.

Lucas sonrió orgulloso mientras ayudaba al conejito a levantarse. - Todos merecen una segunda oportunidad, así como yo también la tuve -dijo Lucas con gratitud en sus ojos-. Ahora sé que puedo hacer cosas buenas en lugar de asustar a los demás.

Desde ese día, el bosque estuvo lleno de paz y armonía. Lucas se convirtió en el protector de todos los animales y juntos formaron una gran familia.

Caperucita, su abuela y Lucas demostraron que el amor y la amistad pueden cambiar incluso a aquellos que parecen más temibles. Y así, vivieron felices para siempre, recordando siempre que dar segundas oportunidades puede hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

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