El lobo que encontró el amor
Había una vez un hermoso bosque donde vivían muchos animales. En ese lugar, reinaba la alegría y la armonía entre todos los habitantes.
Uno de ellos era un conejo llamado Pelusito, quien disfrutaba saltando y correteando por el bosque. Un día, mientras Pelusito exploraba su hogar, escuchó risas provenientes de un claro cercano. Se acercó curioso y encontró a un niño llamado Facu jugando con unos pajaritos que volaban alrededor de él.
El pequeño estaba muy feliz, y su risa llenaba el aire. Pelusito se acercó tímidamente a Facu y le dijo: "-Hola, soy Pelusito ¿Puedo jugar contigo?". El niño sonrió y respondió: "-¡Claro que sí! Será divertido tener a alguien más en nuestro juego".
Así comenzaron a jugar juntos en medio del bosque. Saltaban sobre las piedras del riachuelo, construyendo puentes imaginarios con hojas secas. Los pájaros cantaban sus melodías mientras revoloteaban alrededor de ellos.
Sin embargo, mientras disfrutaban de su diversión, un feroz lobo llamado Rugido acechaba desde la distancia. Rugido era conocido por ser temible y no tener compasión por ningún animal del bosque.
Cuando Rugido vio al conejo Pelusito junto al niño Facu, sintió envidia de la felicidad que irradiaban juntos. Decidió aprovecharse de esa situación para sembrar el miedo entre ellos y adueñarse del territorio. Rugido se acercó sigilosamente a Pelusito y Facu, mostrando sus dientes afilados.
"-¡Ja! ¿Creen que pueden jugar y ser felices sin mi permiso? ¡Este bosque me pertenece!", rugió el lobo con voz amenazante. Pelusito se estremeció de miedo, pero Facu no se dejó intimidar.
Levantó la mirada hacia Rugido y dijo con valentía: "-No tienes derecho a quitarnos la alegría. Este bosque es para todos". El lobo quedó sorprendido por la determinación del niño y el conejo. Pero en lugar de aceptar su derrota, decidió plantearles un desafío: "-Si son tan valientes como dicen, demuéstramelo.
Si logran cruzar el puente colgante sin caerse, les permitiré seguir disfrutando de este bosque". Facu miró al conejo Pelusito y ambos asintieron con decisión. Juntos caminaron hacia el puente colgante que cruzaba sobre un profundo abismo.
Con cada paso tembloroso que daban sobre el frágil puente, Rugido esperaba verlos caer al vacío y así tener el control absoluto sobre el bosque. Pero Pelusito y Facu confiaban en sí mismos y en su amistad.
Se apoyaron mutuamente mientras avanzaban lentamente hacia el otro extremo del puente. Cuando finalmente llegaron al otro lado sanos y salvos, Rugido quedó atónito ante su fracaso. El lobo había subestimado la fuerza de la amistad inquebrantable entre un niño y un conejo.
Desde ese día, Rugido aprendió una valiosa lección y decidió cambiar su actitud. Se convirtió en un lobo amigable y protector del bosque, respetando a todos sus habitantes.
Pelusito, Facu y Rugido se volvieron grandes amigos, demostrando que el amor y la valentía pueden transformar incluso a los más temibles. Y así, en aquel hermoso bosque lleno de riachuelos y pajaritos felices, reinó la amistad entre el conejo, el niño y el lobo para siempre.
FIN.