El lobo que quería ser amigo
Era una mañana espléndida en el bosque, y Caperucita Roja se preparaba para visitar a su abuelita. Con su canasta llena de delicias, le dijo a su mamá:
"¡Voy a cuidar el camino!"
"¡Ten cuidado con el lobo!" le advirtió su madre.
Caperucita asintió, confiada en que todo estaría bien.
Mientras tanto, el lobo, que era un poco diferente a los demás lobos, estaba sentado bajo un árbol. Se sentía solo y triste. Todos lo temían solo por su apariencia.
"Oh, si tan solo pudiera tener un amigo..." suspiró el lobo.
Justo en ese momento, vio a Caperucita acercándose.
"¡Hola, Caperucita!" dijo el lobo con voz temblorosa.
Caperucita se detuvo en seco y lo miró con sus ojos grandes.
"¡Hola! ¿Por qué estás aquí?" preguntó.
"Solo... solo quería saludarte. No voy a comerme a nadie" explicó el lobo.
Caperucita, un poco confundida, decidió seguir el camino. Pero algo en la voz del lobo le pareció sincero.
"¿Te gustaría acompañarme a ver a mi abuelita?" preguntó.
El lobo se sorprendió.
"¿De verdad?" respondió.
"Sí, aunque sea un rato. He escuchado que tu abuela cocina muy bien" agregó Caperucita, riendo.
El lobo sonrió por primera vez en mucho tiempo.
"Claro, me encantaría. Soy un gran amante de la comida" dijo.
Así, Caperucita y el lobo caminaron juntos por el bosque. Durante el camino, hablaron sobre muchas cosas.
"Yo siempre pensé que los lobos eran feroces" dijo Caperucita.
"Y yo siempre creí que las personas me temían por mi aspecto. Solo quiero tener amigos" confesó el lobo.
Caperucita se dio cuenta de que, a pesar de las diferencias, ambos tenían sueños y anhelos.
"Tal vez podamos ser amigos", sugirió.
El lobo sintió un calidez en el corazón.
"¡Sería increíble!" exclamó.
Cuando llegaron a la casa de la abuela, Caperucita tocó la puerta con emoción.
"¡Abuela, mira quién vino conmigo!"
La abuela abrió la puerta y, al ver al lobo, dio un pequeño salto.
"¡Caperucita! ¿Estás a salvo?"
"Sí, abuelita. El lobo no quiere comerme, quiere ser mi amigo" explicó.
La abuela miró al lobo y, después de un momento de incertidumbre, sonrió cálidamente.
"Está bien. Si él no quiere hacerte daño, entonces bienvenido" dijo.
Juntos, entraron en la casa donde la abuela había preparado una deliciosa merienda.
"Espero que les guste la torta" confirmó la abuela.
El lobo probó un bocado y sus ojos se iluminaron.
"¡Es deliciosa!" dijo mientras disfrutaba la comida.
Caperucita se rió.
"¿Ves? Ser amigo tiene sus ventajas"
Con el tiempo, el lobo se convirtió en una parte querida de la familia.
Aprendieron que lo que importa no es la apariencia, sino el corazón de cada uno.
Caperucita y el lobo prometieron cuidarse mutuamente y disfrutar de nuevas aventuras juntos.
"Amigos para siempre, ¿verdad?" preguntó el lobo.
"¡Siempre!" respondió Caperucita, sonriendo.
Desde aquel día, el lobo no solo ganó un amigo, sino también un lugar cálido en el hogar. Y así, el lobo y Caperucita compartieron muchas aventuras en el bosque, demostrando que la verdadera amistad trasciende todas las diferencias.
FIN.