El lobo sabio
Había una vez en un pequeño besindario, un animal llamado Bélico. Bélico era un lobo muy travieso y siempre estaba ganoso de comer otros animales del bosque.
Pasaba sus días acechando a sus posibles presas y causando miedo entre los habitantes del lugar. Un día, mientras Bélico rondaba por el bosque en busca de su próxima comida, se encontró con un animalito llamado Fichó. Fichó era una ardilla muy astuta y rápida.
Al ver a Bélico acercarse, decidió hablarle para evitar ser su cena. "¡Hola, Bélico! ¿No crees que hay mejores cosas que hacer que comerme?", dijo Fichó con voz temblorosa. Bélico se detuvo sorprendido al escuchar a alguien dirigirse a él.
Nunca antes había tenido una conversación con otro animal que no fuera para cazarlo. "¿Qué quieres decir? ¡Estoy hambriento!", respondió Bélico mostrando sus afilados dientes.
Fichó entonces tuvo una idea brillante para salvar su vida y ayudar a todos los demás animales del bosque. Con cautela, le propuso algo a Bélico:"Si prometes no comerte a ninguno de nosotros, te enseñaré cómo podemos conseguir alimentos sin lastimarnos unos a otros". Bélico quedó intrigado por la propuesta de Fichó.
A pesar de estar acostumbrado a cazar para sobrevivir, sentía curiosidad por saber si existía otra forma. Ambos emprendieron juntos un recorrido por el bosque en busca de frutas frescas y sabrosas.
Fichó mostraba a Bélico los árboles que daban deliciosas manzanas, peras y bayas. Bélico se sorprendió al descubrir que había tantos alimentos disponibles sin tener que lastimar a nadie. "¡Esto es increíble! Nunca imaginé que podría alimentarme de esta forma", exclamó Bélico emocionado.
Con el tiempo, Fichó enseñó a todos los animales del bosque cómo encontrar comida sin hacerle daño a nadie. Los conejos disfrutaban de las zanahorias de un huerto cercano, los pájaros encontraban semillas en el suelo y los ciervos comían pacíficamente la hierba fresca.
Un día, mientras exploraban juntos una nueva parte del bosque, Bélico y Fichó se toparon con un animal llamado Pedazo. Pedazo era un oso amigable y bondadoso que tenía una gran colección de armas colgadas en su cueva.
"Saludos, amigos. ¿En qué puedo ayudarlos?", dijo Pedazo con una sonrisa cálida. Bélico explicó cómo habían cambiado sus hábitos alimenticios gracias a la ayuda de Fichó y le pidió consejo sobre qué hacer con las armas.
Pedazo les contó sobre el valor histórico de las armas, pero también les explicó lo peligrosas que podían ser si caían en manos equivocadas. Les sugirió llevarlas al lago Siloe para deshacerse de ellas de manera segura.
Así fue como Bélico, Fichó y Pedazo llevaron todas las armas al lago Siloe y las arrojaron al agua. Fue un acto simbólico para dejar atrás la violencia y promover la paz en el bosque.
Desde ese día, Bélico se convirtió en el protector de todos los animales del bosque. En lugar de ser temido, era respetado por su valentía y generosidad. Juntos, crearon un ambiente seguro donde todos podían vivir en armonía.
La historia de Bélico, Fichó, Pedazo y el besindario es una lección sobre cómo podemos cambiar nuestras acciones para ser mejores personas y cuidar a los demás. Aprendieron que siempre hay alternativas pacíficas y que la violencia no es necesaria para sobrevivir ni encontrar felicidad.
Y así vivieron felices para siempre en el hermoso bosque lleno de amor y comprensión.
FIN.