El lobo sabio y el niño perdido



Había una vez un niño llamado Juanito, a quien le encantaba explorar el bosque cerca de su casa.

Un día, mientras jugaba y perseguía mariposas, se adentró más y más en el espeso bosque hasta que se dio cuenta de que estaba perdido. Juanito comenzó a sentir miedo y nerviosismo al no reconocer nada a su alrededor. De repente, escuchó un ruido proveniente de los arbustos cercanos.

Con temor, se escondió detrás de un árbol y vio salir a un imponente lobo gris. El lobo se acercó lentamente a Juanito, pero en lugar de mostrar sus dientes afilados, habló con voz suave: "Hola, pequeño amigo. Veo que estás perdido. ¿Puedo ayudarte?".

Juanito estaba sorprendido de que el lobo pudiera hablar y decidió confiar en él. "Sí, estoy perdido", respondió Juanito con timidez. El lobo sonrió amablemente y le dijo: "No te preocupes, yo conozco este bosque como la palma de mi pata.

Te llevaré de regreso a tu casa". Juanito aceptó la ayuda del lobo y juntos emprendieron el camino de vuelta.

Mientras caminaban, el lobo le enseñaba a Juanito cómo reconocer las plantas venenosas, qué frutos eran seguros para comer y cómo orientarse por las constelaciones en caso de estar perdido nuevamente. Con cada paso que daban, la desconfianza inicial de Juanito hacia el lobo se fue transformando en admiración y respeto.

Descubrió que aquel ser tan temido por todos podía ser también amable y solidario. Finalmente, llegaron al borde del bosque donde la madre de Juanito los esperaba angustiada. Al verlo sano y salvo junto al lobo, no pudo contener las lágrimas de emoción.

"¡Gracias por traerlo de vuelta! ¡Pensé que lo había perdido para siempre!", exclamó la madre entre sollozos. El lobo asintió con humildad y mirando a Juanito le dijo: "Recuerda siempre que en este mundo hay bondad en lugares inesperados.

No juzgues a alguien solo por su apariencia o reputación". Juanito abrazó al lobo agradecido por su ayuda e hizo una promesa: nunca más subestimar o temer algo solo por lo desconocido que parezca.

Desde ese día en adelante, Juanito visitaba regularmente al sabio lobo del bosque para seguir aprendiendo sobre la naturaleza y compartir historias increíbles sobre sus aventuras juntos. Y así descubrió que incluso los encuentros más inesperados pueden convertirse en amistades duraderas basadas en el respeto mutuo.

FIN.

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