El lobo solidario


Había una vez en un hermoso bosque, un lobo muy especial llamado Bosque. A diferencia de otros lobos, Bosque era amable y bondadoso con todos los animales del bosque.

Siempre estaba dispuesto a ayudar y proteger a quienes lo necesitaban. Un día soleado, Bosque decidió invitar a su querida abuela y a su amigo Ricardo para pasar la tarde jugando en el bosque.

Además, les pidió que trajeran a sus nietas Anita y Victoria, ya que sabía que sería divertido tener compañía. Cuando llegaron al bosque, Bosque se encontró con Anita y Victoria saltando de alegría. Estaban emocionadas por pasar tiempo con su abuelita y jugar con el lobo bueno del bosque.

Ricardo trajo una pelota de fútbol para jugar todos juntos. Se formaron dos equipos: Bosque, Anita y Victoria contra Abuela y Ricardo.

El partido comenzó, pero pronto se dieron cuenta de algo sorprendente: ¡los animales del bosque también querían unirse al juego! Los conejos saltaban entre las piernas de los jugadores tratando de robar la pelota, mientras que los pájaros volaban sobre ellos intentando hacer goles desde el aire. Todos reían y se divertían mucho.

En medio del juego, Anita notó que uno de los pájaros tenía una ala lastimada. Rápidamente le dijo a Bosque sobre la situación preocupada por el pobre animalito indefenso. "Bosque, tenemos que ayudar al pajarito herido", exclamó Anita con lágrimas en sus ojos.

Bosque escuchó las palabras de Anita y se acercó al pajarito. Con mucho cuidado, lo tomó entre sus patas y le hizo un vendaje improvisado con unas hojas. "No te preocupes, amiguito.

Estarás bien", dijo Bosque mientras acariciaba suavemente al pájaro. El juego continuó, pero ahora todos tenían una misión adicional: ayudar a los animales heridos del bosque.

Anita, Victoria y Ricardo buscaron ramitas y hojas para hacer camillas improvisadas, mientras que Bosque se encargaba de consolar a los animales asustados. Después de un rato, todos los animales que estaban lastimados fueron atendidos y se sentían mucho mejor gracias al amor y la dedicación de este maravilloso grupo de amigos.

Al finalizar el día, regresaron a casa cansados pero felices por todo lo vivido. Anita y Victoria aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de ayudar a los demás sin importar su especie o apariencia.

Desde aquel día en adelante, Bosque siguió siendo el lobo bueno del bosque y siempre estaba dispuesto a tender una pata amiga cuando alguien necesitaba ayuda.

Y Anita y Victoria recordaban con cariño aquel día en el que descubrieron que hasta en medio del juego más divertido, siempre hay espacio para ser solidarios con quienes nos rodean.

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