El Lobo, Sus Amigos y los Siete Cabritos
En un hermoso bosque lleno de flores y árboles frondosos, vivía un lobo llamado Lucho. Aunque la mayoría creía que los lobos eran criaturas temibles, Lucho tenía un corazón amable y siempre soñaba con tener amigos. Un día, mientras paseaba, escuchó un bullicio proveniente de un claro. Intrigado, se acercó y vio a siete cabritos jugando alegres entre ellos.
"¡Hola! Soy Lucho, el lobo. ¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó Lucho con voz suave.
Los cabritos se miraron, un poco asustados. No estaban seguros de si podían confiar en un lobo. Pero la curiosidad fue más fuerte que el miedo.
"¿De verdad quieres jugar con nosotros?" - respondió la cabrita más pequeña, llamada Chiqui.
"Sí, prometo no asustarlos y ser un buen amigo. Solo quiero divertirme como ustedes" - aseguró Lucho, sonriendo.
Después de pensarlo un momento, los cabritos aceptaron. Así, juntos comenzaron a jugar a atrapar la pelota y a saltar entre las flores. Lucho, con sus largas patas, corría rápido y ayudaba a los cabritos a saltar más alto. Todo transcurrió perfectamente hasta que, de repente, los cabritos vieron una sombra alargada acercándose. Era su madre, la mamá cabra, que venía en busca de sus pequeños.
"¡Chicos! ¡¿Dónde están? !" - llamó la mamá cabra.
Los cabritos, al oír la voz, se asustaron y decidieron esconderse detrás de Lucho.
"No se preocupen, les diré que solo estaban jugando" - dijo Lucho, tratando de calmar a los cabritos.
Lucho se acercó a la mamá cabra, quien lo miró con desconfianza.
"¿Qué haces aquí, Lucho? Los cabritos no deberían estar contigo, sos un lobo y saben los peligros que eso implica" - le dijo la mamá cabra, con voz severa.
"Pero señora, no quiero hacerles daño. Solo quiero ser su amigo. Jugar con ellos es muy divertido" - respondió Lucho, tratando de sonar convincente.
La mamá cabra lo miró detenidamente y, tras un rato pensándolo, decidió darle una oportunidad.
"De acuerdo, jugarás con ellos un rato, pero estaré atenta. Recuerda que soy su madre y tengo que protegerlos" - dijo con un tono más suave.
Así, la mamá cabra se unió al juego. Al principio, los cabritos estaban nerviosos, pero Lucho demostró ser un amigo leal y divertido. La madre cabra, al ver que su hijos se reían y correteaban, comenzó a relajarse y disfrutar del tiempo compartido. Mientras jugaban, se dieron cuenta de que Lucho no era un lobo aterrador, sino un compañero amable y divertido.
Pasaron horas jugando hasta que el sol comenzó a ponerse. Lucho se despidió de los cabritos y su madre, prometiendo que volvería al día siguiente.
"¡Hasta mañana, Lucho!" - gritaron los cabritos felices.
Lucho se alejó del claro con una gran sonrisa en el rostro. Había hecho amigos por primera vez y, aunque sabía que no todos los animales veían a los lobos como buenos amigos, estaba decidido a demostrarles que podían confiar en él.
Al día siguiente, Lucho llegó al mismo lugar, ansioso por jugar una vez más. Pero algo extraño sucedió: los cabritos no estaban allí. Lucho sintió un nudo en el estómago y comenzó a buscar en el bosque.
Cuando finalmente los encontró, estaban encerrados en un corral, mirando con tristeza hacia la entrada.
"¿Qué les sucedió?" - preguntó Lucho alarmado.
"Nos atrapó un granjero. Quiere llevarnos lejos de aquí y vendernos" - dijo Chiqui, angustiada.
Lucho sintió que tenía que hacer algo. No podía permitir que sus nuevos amigos fueran llevados.
Tomó un profundo respiro y, tras pensar un momento, decidió que utilizaría su astucia. Se acercó al granjero y dijo:
"Hola, señor, soy Lucho, el lobo. ¿No cree que sería más interesante tenerme de amigo en lugar de llevarse a los cabritos?" - se propuso.
El granjero, sorprendido, no supo cómo reaccionar.
"¿Un lobo como amigo? ¿Qué me harías?" - preguntó el granjero, lleno de dudas.
"Te ayudaría a proteger tus ovejas de otros lobos. Un lobo con amigos siempre es más fuerte" - explicó Lucho, utilizando su ingenio.
El granjero, intrigado por la propuesta, decidió probar.
"Está bien, Lucho, pero tendrás que demostrarme que puedes ser de confianza".
Así que Lucho se quedó en el campo junto al granjero, ayudándolo a cuidar de sus ovejas y ganándose su confianza. Con el paso de los días, el granjero se dio cuenta de que Lucho estaba comprometido y cumplía su palabra. Finalmente, el granjero decidió liberar a los cabritos, pensando que un amigo lobo sería mejor que un lobo solitario.
Cuando los cabritos regresaron a su hogar, todos estaban felices de estar juntos de nuevo.
"¡Lucho, lo lograste!" - gritó uno de los cabritos.
"Gracias por creer en mí, chicos. Siempre es bueno hacer nuevos amigos, sin importar las diferencias" - respondió Lucho con una gran sonrisa.
Y así, en ese mágico bosque, el lobo y los siete cabritos demostraron que la amistad y la confianza pueden vencer cualquier miedo. Desde aquel día, Lucho no solo se convirtió en el mejor amigo de los cabritos, sino también el protector de todo el lugar.
Todos aprendieron que no hay que juzgar a los demás antes de conocerlos, porque, a veces, ¡los amigos verdaderos pueden venir en las formas más inesperadas!
FIN.