El lobo triste y su juguete perdido
Había una vez un lobo llamado Lucas, que vivía en un bosque encantado. Lucas no era un lobo cualquiera; era el lobo más amable y querido por todos los animales del bosque. Siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás, pero había algo que lo hacía realmente especial: su juguete favorito, un pequeño autito de madera pintado de colores brillantes.
Un día, mientras jugaba en un claro del bosque, Lucas se distrajo persiguiendo a una mariposa hermosa. Cuando regresó, su querido autito ya no estaba.
- “¡Ay no! ¿Dónde está mi autito? ” - exclamó Lucas con tristeza.
Decidido a encontrarlo, Lucas fue a buscar ayuda. Primero se encontró con la ardilla Sofía, que estaba recogiendo nueces.
- “Sofía, ¿viste mi autito de madera? ” - preguntó Lucas.
- “No lo he visto, pero puedo ayudarte a buscarlo” - respondió Sofía, moviendo su cola con entusiasmo.
Ambos comenzaron a buscar por todas partes, pero el autito no aparecía. Pronto se unió a ellos el conejo Rocco, quien estaba saltando alegremente.
- “¿Qué les pasa, amigos? ” - preguntó Rocco.
- “He perdido mi autito y estamos buscándolo” - explicó Lucas, con los ojos llenos de esperanza.
- “¡Yo puedo ayudar! Siempre encuentro cosas perdidas” - dijo Rocco con una sonrisa.
Los tres amigos decidieron explorar juntos el bosque. Buscaron entre los arbustos, bajo los árboles y a lo largo del río.
Después de un rato, Lucas comenzó a sentirse cansado y un poco desanimado.
- “¿Y si nunca lo encuentro? ” - se preguntó, sintiendo que su corazón se achicaba.
Pero justo en ese momento, Sofía se le acercó.
- “Lucas, no te preocupes. A veces, cuando perdemos algo, también encontramos un nuevo amigo en el camino” - le dijo mientras se subía a su hombro.
- “Tenés razón, Sofía. Estoy agradecido de tener amigos que me apoyan”.
El grupo continuó buscando hasta que de repente, encontraron a Pipo, un pequeño erizo.
- “¿Qué hacen ustedes tres tan serios? ” - preguntó Pipo, curioso.
- “He perdido mi autito” - respondió Lucas.
- “Yo vi algo brillante cerca de mi hogar. ¿Podría ser? ” - dijo Pipo emocionado.
Los amigos siguieron a Pipo hasta su casa. Y cuando llegaron, ¡cual fue su sorpresa! El autito de Lucas estaba allí, atrapado entre unas hojas.
- “¡Ahí está! ” - gritó Lucas, saltando de alegría.
- “¡Gracias, Pipo! No sé qué haría sin ustedes” - dijo, abrazando a todos sus amigos.
Luego de recuperar su autito, Lucas miró a sus amigos con una gran sonrisa.
- “Hoy aprendí que, aunque las cosas pueden perderse, siempre podemos encontrarlas si trabajamos juntos. Y quizás, también encontremos otros tesoros como la amistad” - afirmó, mientras todos sonreían.
Desde ese día, Lucas nunca volvió a sentir tristeza por un juguete perdido. Cada vez que jugaba, recordaba la diversión que había tenido buscando su autito con sus amigos y lo importante que era tenerlos a su lado. Así, el lobo triste se convirtió en el lobo más feliz del bosque. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.