El Lobo y el Amigo



Érase una vez en un bosque frondoso donde vivía un lobo llamado Lolo. Lolo no era un lobo cualquiera, él era amable, divertido y tenía un gran corazón. Un día, decidió que quería encontrar un amigo con quien compartir sus aventuras.

Un día soleado, Lolo se encontró con una pequeña casa de madera en el borde del bosque. Se acercó y vio a un niño llamado Tomás, que estaba jugando con sus bloques. Lolo se asomó por la ventana y, con una voz suave, le dijo:

"Hola, ¿puedo jugar contigo?"

Tomás, al principio asustado, miró al lobo y, al darse cuenta de que era amable, respondió:

"Claro, pero debes prometer que no harás nada malo."

Lolo sonrió y le prometió que siempre sería un buen amigo. Así comenzó su hermosa amistad.

Lolo empezó a pasar todos los días en casa de Tomás. Juntos construían castillos con los bloques, jugaban a la pelota en el jardín y contaban historias bajo la sombra de un gran árbol. Sin embargo, había algo en el bosque que inquietaba a Tomás: la gente del pueblo siempre decía que los lobos son peligrosos y que no se debe confiar en ellos.

Un día, mientras estaban jugando, oyeron un gran alboroto afuera.

"¿Qué es ese ruido?" - preguntó Tomás, algo asustado.

"Voy a mirar, espera aquí" - dijo Lolo, con un tono decidido.

Lolo salió corriendo hacia el ruido y encontró a un grupo de animales de la selva tratando de rescatar a un pequeño ciervo atrapado en unas ramas.

"¡Déjenme ayudar!" - gritó Lolo.

"¡Tú no! Eres un lobo, ¿por qué deberíamos confiar en ti?" - dijeron los animales, llenos de miedo.

"Porque no todos los lobos son malos. Quiero ayudar a este pequeño."

Lolo se acercó suavemente al ciervo y, con mucho cuidado, empezó a apartar las ramas. Con cada movimiento, los otros animales lo observaban, sorprendidos. Finalmente, logró liberar al ciervo.

"¡Lo logré!" - exclamó Lolo, emocionado.

El ciervo, agradecido, se alejó corriendo y los otros animales comenzaron a aplaudir.

"Tal vez no seas tan malo, Lobo" - dijo una ardilla, un poco temerosa, pero aliviada.

"No lo soy. Además, soy amigo de Tomás. Si ustedes me aceptan a mí, también pueden aceptar a él."

Al regresar a casa, Tomás escuchó todo.

"¡Lolo, no sabía que podías hacer eso!"

"Solo quería demostrarles que los amigos siempre ayudan a los demás, sin importar qué tan diferentes sean."

Desde ese día, los otros animales comenzaron a acercarse a Lolo y, eventualmente, lo aceptaron como parte de su grupo.

"Lolo, gracias por demostrar que no deberíamos juzgar a los demás por su apariencia" - dijo una pequeña liebre.

"Siempre hay más de lo que parece a simple vista" - respondió Lolo.

Lolo y Tomás siguieron teniendo aventuras y también ayudaron a los demás en el bosque. Con cada día que pasaba, demostraron que la amistad y la bondad pueden romper barreras, y que nunca debemos juzgar a alguien solo por lo que dicen los demás.

Y así, el lobo y su amigo se convirtieron en verdaderos héroes del bosque, mostrando a todos que la amistad puede superar cualquier obstáculo.

FIN.

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