El lobo y el conejo en Villa Ardilla


Había una vez en el bosque de Villa Ardilla, un lobo llamado Lucas y un conejo llamado Benito. Ambos eran vecinos, pero no se llevaban muy bien.

Un día, mientras caminaban por el bosque, encontraron un delicioso pan recién horneado que alguien había dejado olvidado en una piedra. Lucas, con sus afilados colmillos a la vista, se acercó al pan y dijo: "¡Este pan es mío! Lo vi primero".

Benito, con su pequeña nariz temblando de emoción, respondió: "Pero yo también lo vi. ¡Y tengo tanta hambre como tú!"Los dos comenzaron a discutir cada vez más fuerte hasta que finalmente decidieron que la única manera de resolverlo era pelear por el pan.

Se prepararon para la pelea: Lucas mostraba sus dientes feroces mientras que Benito buscaba una rama para usarla como arma. Justo cuando estaban a punto de empezar a pelear, escucharon una voz dulce y melodiosa que los detuvo en seco.

Era Luna, la sabia lechuza del bosque. "¿Qué están haciendo ustedes dos?", preguntó Luna con calma. Lucas y Benito explicaron que estaban peleando por el pan y querían saber quién merecía quedarse con él.

Luna los miró con ternura y les dijo: "En lugar de pelearse por algo tan trivial como un pan, ¿por qué no comparten el pan? Pueden cortarlo en dos mitades iguales y cada uno se lleva su parte".

Los ojos de Lucas y Benito se iluminaron ante esta idea. Se dieron cuenta de que no tenían por qué ser enemigos, podían ser amigos si aprendían a compartir. Así que siguieron el consejo de Luna y partieron el pan en dos mitades iguales.

Se sentaron juntos bajo un árbol y disfrutaron de su comida en armonía. Desde ese día, Lucas y Benito se convirtieron en grandes amigos. Aprendieron que es mejor trabajar juntos y compartir lo que tienen en lugar de pelear por ello.

Y así, en el bosque de Villa Ardilla, la amistad entre un lobo y un conejo demostró que incluso las diferencias pueden ser superadas cuando hay bondad y generosidad en los corazones.

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