El lobo y el manzano


Había una vez un hermoso árbol de manzanas en medio de un frondoso bosque. Este árbol era conocido por su generosidad, ya que cada año daba las manzanas más dulces y jugosas que se puedan imaginar.

En aquel bosque vivía también un lobo muy astuto llamado Canasto. A diferencia de los demás lobos, a Canasto no le gustaba cazar y comer animales. Él prefería alimentarse con las deliciosas manzanas del árbol.

Un día, mientras Canasto se acercaba sigilosamente al árbol para tomar algunas manzanas, escuchó una voz proveniente de sus ramas: "-¡Alto ahí! ¿Qué crees que estás haciendo?".

Sorprendido, el lobo levantó la cabeza y vio a una pequeña ardilla sentada en una rama baja del árbol. "-No te preocupes", respondió Canasto con tono desafiante, "solo quiero probar estas deliciosas manzanas".

La ardilla bajó rápidamente hasta el suelo y miró fijamente al lobo: "-Está bien que quieras disfrutar de las manzanas, pero debes entender que este árbol es especial. No solo nos proporciona alimento a nosotros los animales, sino que también nos brinda sombra y refugio". Canasto reflexionó brevemente sobre las palabras de la ardilla y decidió hacerle caso: "-Tienes razón.

Prometo cuidar este árbol tanto como sea posible". A partir de ese momento, Canasto se convirtió en el protector del árbol de manzanas. Cada vez que algún animal intentaba dañarlo, él intervenía y los alejaba.

También se aseguraba de que el árbol recibiera suficiente agua y luz solar para mantenerse saludable. Con el tiempo, Canasto se hizo amigo de la ardilla y otros animales del bosque.

Juntos compartían las deliciosas manzanas del árbol y disfrutaban de su sombra en los días calurosos. Un día, mientras Canasto estaba descansando junto al árbol, escuchó un llanto proveniente de lo profundo del bosque. Se levantó rápidamente y siguió el sonido hasta encontrar a un pequeño cachorro de lobo perdido.

El cachorro había sido separado de su manada durante una tormenta y estaba asustado. Canasto decidió ayudarlo: "-No te preocupes, pequeño. Te llevaré al árbol de manzanas donde estarás seguro". El cachorro confió en Canasto y juntos regresaron al árbol.

La ardilla también les dio la bienvenida: "-Ahora tienes una nueva familia aquí", le dijo al cachorro con una sonrisa.

A partir de ese momento, el cachorro encontró un hogar en el bosque con la protección del lobo Canasto, la amistad de la ardilla y las dulces manzanas del generoso árbol.

Y así, gracias a la valentía y bondad de Canasto, todos aprendieron que cuidar y proteger a aquellos que nos rodean es algo maravilloso que nos hace sentir felices por dentro. Fin

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