El Lobo y el Niño Valiente



Era una tarde nublada cuando Tomi, un niño de siete años con una gran curiosidad, decidió aventurarse en el bosque que quedaba detrás de su casa. Aunque su madre le había avisado que no se alejara demasiado, la emoción de explorar lo llevó a cruzar la línea de los árboles.

A medida que caminaba, los árboles parecían susurrar y las sombras danzaban alrededor suyo. No pasó mucho tiempo antes de que Tomi escuchara un ruido extraño. Al girar rápidamente, se encontró cara a cara con un lobo inmenso, de piel grisácea y ojos amarillos que brillaban como dos faroles en la oscuridad.

"¡Ay! ¡Un lobo!" - gritó Tomi, dando un paso atrás.

El lobo, sorprendido por el grito del niño, lo observó sin moverse. Después de un momento, el lobo rompió el silencio.

"No tengas miedo, pequeño. No estoy aquí para hacerte daño. Soy solo un lobo solitario que busca compañía" - dijo el lobo con voz tranquila.

Tomi, aún temblando de miedo, no podía creer lo que escuchaba. ¿Un lobo hablando? Era algo que solo había leído en cuentos.

"¿De verdad? ¿No me vas a comer?" - preguntó Tomi, temeroso pero intrigado.

"¡Por supuesto que no!" - contestó el lobo, acercándose un poco más pero manteniendo su distancia. "Solo estoy un poco cansado y con ganas de hablar. Este bosque puede ser muy solitario a veces".

El niño, sintiendo curiosidad, decidió dar un paso adelante.

"Yo también me siento solo a veces. Mis amigos están lejos y no puedo jugar con ellos" - admitió Tomi, sintiéndose un poco más valiente.

El lobo asintió, comprendiendo al niño.

"A veces, la soledad puede ser difícil. Pero, ¿sabes qué? Las aventuras están por todas partes, solo tienes que buscarlas. ¿Qué te parece si exploramos este bosque juntos?" - propuso el lobo.

Tomi sintió una mezcla de emoción y nervios.

"¿Explorar juntos? ¿De verdad?" - preguntó, ya no tan asustado.

"Sí, ven. Te mostraré los lugares secretos del bosque" - dijo el lobo con una sonrisa, que aunque era un poco intimidante, tenía un aire amistoso.

Y así, el niño y el lobo se adentraron en el bosque juntos. El lobo le mostró a Tomi un arroyo escondido, donde los peces brillaban como joyas. También le enseñó a identificar las plantas y los árboles, contándole historias sobre cada uno. Tomi descubrió que no solo el lobo era diferente a lo que pensaba, sino que el bosque también tenía sus propios secretos.

Mientras exploraban, encontraron una cueva llena de pinturas en las paredes.

"¿Quién habrá hecho esto?" - preguntó Tomi, mirando maravillado.

"Quizá, antiguos habitantes del bosque. Cada pintura cuenta una historia. Tal vez un día tú puedas dejar la tuya también" - respondió el lobo con un brillo en sus ojos.

De repente, escucharon un estruendo. Un grupo de animales asustados salió corriendo de un arbusto.

"¿Qué ocurre?" - preguntó Tomi preocupado.

"Parece que algo los asusta. Vamos, hay que ayudarles" - dijo el lobo, ahora lleno de determinación.

Los dos corrieron hacia el ruido y vieron a un grupo de conejos agazapados.

"¿Qué les pasa?" - gritó Tomi.

"Un zorro nos está persiguiendo, ¡tenemos que escondernos!" - exclamó uno de los conejos, temblando de miedo.

Tomi miró al lobo, y con una chispa de valentía, gritó:

"¡No se preocupen! Vamos a enfrentarnos al zorro. ¡Juntos podemos proteger el bosque!"

El lobo miró al niño, sorprendido, y ambos comprendieron que juntos podían hacer frente a cualquier desafío. Fue entonces que tomaron un camino hacia la dirección de donde venía el ruido.

Cuando llegaron, encontraron al zorro asomándose entre los árboles, sin darse cuenta de la llegada de Tomi y el lobo.

"¡Eh!" - gritó Tomi con toda su fuerza. "¡No puedes asustar a los conejos así!"

El zorro, sorprendido, se dio la vuelta y los miró. "¿Y quiénes son ustedes para decirme qué hacer?"

"Yo soy Tomi y este es mi amigo, el lobo. Estamos aquí para proteger a nuestros amigos" - dijo el niño valientemente.

El zorro dudó, y el lobo añadió con una voz firme:

"Si no te vas ahora mismo, nos verás a los dos juntos y eso no será divertido para ti".

Viendo su determinación, el zorro decidió dar un paso atrás. "Está bien, me voy. Pero no crean que he terminado con ustedes" - dijo antes de desaparecer entre los árboles.

Aliviados, los conejos salieron de su escondito y comenzaron a aplaudir.

"¡Son héroes!" - gritaron.

Tomi y el lobo sonrieron. Tomi no solo había hecho un amigo inesperado, sino que también había descubierto la importancia de la valentía y la amistad.

Al final del día, cuando Tomi regresó a su casa, llevaba consigo no solo recuerdos de la mágica aventura en el bosque, sino también una nueva perspectiva: a veces, las cosas que más tememos pueden llevarnos a las experiencias más maravillosas.

"Hasta pronto, amigo!" - se despidió Tomi mientras el lobo se perdía entre los árboles.

"Siempre recuerda que la valentía está en el corazón, ¡y un poco de amistad puede hacer maravillas!" - contestó el lobo antes de desaparecer, dejando a Tomi con una sonrisa en su rostro.

Desde aquel día, Tomi no volvió a temer al bosque. En su lugar, lo vio como un lugar lleno de posibilidades, aventuras y amigos que aún quedaban por conocer.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!