El lobo y la amistad


Había una vez en lo alto de una montaña, una pequeña familia compuesta por Mamá Osa, Papá Zorro y sus tres hijos: Osito, Zorrito y Cachorrita.

Vivían felices en su acogedora cueva, pero cada mañana tenían que salir en busca de comida ya que la montaña no siempre les proveía lo suficiente. Un día, mientras buscaban bayas y frutas silvestres en el bosque cercano, se encontraron con un enorme lobo gris que bloqueaba el camino.

El lobo los miró con ojos hambrientos y gruñó amenazadoramente. - ¡Oh no! ¡Qué hacemos ahora! - exclamó Mamá Osa nerviosa. - No tengas miedo, mamá. Yo sé cómo tratar con lobos - dijo Papá Zorro tratando de mantener la calma.

El zorro se acercó al lobo lentamente y le habló amablemente:- Buenos días, señor Lobo. ¿Cómo está usted hoy? El lobo gruñó en respuesta: "Tengo mucha hambre y ustedes parecen ser un buen banquete".

Papá Zorro pensó rápidamente y le propuso al lobo un trato:- Señor Lobo, comprendo que tenga hambre, pero si nos deja pasar sin hacernos daño, le prometo traerle comida deliciosa cada semana a cambio. El lobo dudó por un momento.

Nunca antes le habían ofrecido algo así. Finalmente asintió con la cabeza aceptando el trato. Desde ese día en adelante, Papá Zorro cumplió su promesa llevando al lobo carne fresca y pescado de las montañas para saciar su apetito voraz.

A cambio, el lobo permitía a la familia pasar sin problemas por el bosque en busca de alimentos. Con el tiempo, el temible lobo gris se convirtió en un amigo inesperado para la familia.

Compartían historias alrededor de una fogata e incluso jugaban juntos a las escondidas entre los árboles del bosque. Los hijos aprendieron a no juzgar a alguien por su apariencia o reputación inicial.

La moraleja de esta historia es que a veces nuestros mayores temores pueden convertirse en nuestras mejores oportunidades si sabemos cómo abordarlos con valentía y comprensión. Todos merecemos segundas oportunidades para cambiar y crecer como individuos.

Y así fue como la familia de Mamá Osa y Papá Zorro aprendió que incluso los encuentros más inesperados pueden llevarnos a grandes amistades si les damos una oportunidad sincera.

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