El Lobo y la Lección de la Bondad
En la profundidad de la selva, donde el sol se filtraba entre las hojas y los árboles susurraban secretos, vivía una comunidad de animales que practicaban la bondad ante todo. Allí, cada día era una celebración de amistad y generosidad. La cebra, siempre alegre, organizaba carreras en las que todos podían participar, mientras que el loro contaba cuentos divertidos a quien quisiera escucharlos.
Sin embargo, en medio de esta armonía, se encontraba un lobo astuto que había ideado un plan. Con un disfraz de cordero, se acercaba a los animales, prometiendo riquezas y diversión. El lobo decía:
- “¡Soy un cordero de oro! Puedo compartir tesoros que he encontrado.”
Los animales, confiados en la bondad de todos, no dudaron en acercarse a él.
- “¿De verdad tienes tesoros? ” - preguntó la tortuga intrigada.
- “Sí, sí. Venid todos y os enseñaré mi fortuna.” - exclamó el lobo con una sonrisa engañosa.
De esta forma, logró atraer a muchos animales, que lo seguían a un claro en la selva prometiendo una gran fiesta.
Un buen día, el elefante, que era el más sabio del lugar, decidió seguir a la multitud. Cuando llegó al claro, escuchó al lobo decir:
- “Así que, les muestro mi tesoro, si me traen comida y les prometo un gran banquete.”
El elefante, que tenía un buen corazón, lo observó con atención. Se dio cuenta de que el disfraz del lobo comenzaba a tambalearse. Entonces, decidió actuar.
- “¡Alto, amigos! No todo lo que brilla es oro. Debemos tener cuidado.”
Los demás animales se miraron entre sí, un poco confundidos.
- “Pero, ¡el corderito dice que tiene un tesoro! ” - insistió la cebra.
- “Puede ser, pero a veces las apariencias engañan.” - replicó el elefante.
Un pequeño ratón, que también estaba presente, decidió enfrentarse al lobo.
- “¿Por qué no nos muestras el tesoro, corderito? ”
El lobo, nervioso, intentó cambiar de tema.
- “Oh, no es necesario mostrarlo ahora. Podemos tener una fiesta primero. ¡Vengan, se divertirán! ”
Pero los animales empezaron a sospechar.
- “Esperen un momento… ¿Por qué este cordero no quiere mostrarnos lo que tiene? ” - preguntó la tortuga.
- “Creo que deberíamos descubrir la verdad.” - sugirió el loro.
Con valentía, se acercaron al lobo disfrazado y, mientras alcanzaban su disfraz, el sol brilló, iluminando la trampa.
- “¡Es un lobo! ” - gritó el loro.
- “¿Por qué nos engañaste? ” - preguntó la cebra.
El lobo, ahora descubierto, se sintió acorralado.
- “Lo hice porque quería divertirme y sentirme parte de ustedes...” - dijo el lobo, triste.
Los animales, al ver la pena en sus ojos, sintieron compasión.
- “A veces, buscar aceptación no es correcto, pero nosotros estamos dispuestos a enseñarte a ser parte de nuestra comunidad sin engaños.” - dijo el elefante.
- “A partir de hoy, serás bienvenido si aprendes a ser honesto y bondadoso.” - agregó la tortuga.
El lobo, sorprendido y agradecido, prometió cambiar. Entonces, decidió mostrar su verdadero lado. Con el tiempo, ayudó a los demás animales en las tareas diarias y participó en juegos, sin necesidad de disfrazarse.
Un día, mientras recolectaban frutas juntos, el lobo miró a sus nuevos amigos y dijo:
- “Nunca pensé que sería tan feliz siendo yo mismo.”
Desde entonces, la selva no solo fue un lugar de bondad, sino también de segundas oportunidades. Y así, el lobo aprendió que ser parte de la comunidad no era cuestión de tesoros, sino de sinceridad y amistad.
FIN.