El Lobo y la Manada
En un bosque lleno de árboles altos y un sol brillante, había una manada de lobos que siempre había sido unida. Pero un día, llegó un nuevo lobo llamado Lucho. Lucho era diferente, tenía un pelaje gris claro y unos ojos que brillaban con curiosidad. Sin embargo, cuando Lucho se acercó a la manada, los otros lobos se pusieron en guardia.
"¿Qué haces aquí, forastero?" - gruñó la loba más grande, llamada Luna.
"Vengo en busca de amigos y de un lugar donde pertenezca," - respondió Lucho con voz temblorosa.
Luna, con sus ojos afilados, miró a Lucho de arriba abajo, y luego se volvió hacia los demás.
"No podemos confiar en un lobo que viene de afuera. ¡Es mejor que se vaya!" - dijo, y los demás asintieron con desconfianza.
Entonces, en lugar de rendirse, Lucho decidió demostrar que sólo quería ser parte de la manada. Comenzó a ayudar a los animales heridos en el bosque, a los conejos atorados en arbustos y a las aves que no podían volar. Poco a poco, los otros lobos comenzaron a notar su bondad.
Un día, mientras Luna y los otros lobos cazaban, se encontraron con un grupo de ciervos que parecían muy asustados.
"¡Hay que atraparlos!" - gritó uno de los lobos.
"¡Esperen!" - interrumpió Lucho, recordando que los ciervos no eran los enemigos, sino parte del bosque.
"¿Qué proponés?" - preguntó Luna, sorprendida por su intervención.
"¡Podríamos hablar con ellos y buscar un acuerdo!" - respondió Lucho. "Si no los asustamos, quizás podremos cazar juntos algún día.”
Los otros lobos se miraron entre sí, confusos, pero algo en las palabras de Lucho resonó en sus corazones. Decidieron intentarlo. Al acercarse a los ciervos, Luna y Lucho, con su mejor cara, dijeron:
"No queremos hacerles daño. En lugar de pelear, ¿qué tal si trabajamos juntos?"
Los ciervos, al ver el esfuerzo por comunicar, aceptaron la propuesta de Lucho. Poco a poco, fueron formándose lazos de amistad entre lobos y ciervos. Los ciervos les mostrarían lugares donde había abundancia de comida, y a cambio, los lobos garantizarían la seguridad del bosque.
"Nunca pensé que un lobo podría ser tan amable. Tienes un gran corazón, Lucho." - dijo una cierva llamada Clara.
Los días pasaron, y la manada de lobos comenzó a cambiar. En lugar de cazar para el miedo, empezaron a colaborar con los ciervos. Con el tiempo, la manada se volvió famosa en el bosque por su nueva amistad.
Pero, un día, un gran peligro se avecinó en el horizonte: un grupo de cazadores humanos comenzó a acercarse al bosque. Las noticias llegaron rápidamente a ambos grupos. La manada de lobos y los ciervos se reunieron para hablar de cómo proteger su hogar.
"No podemos pelear solos. Necesitamos unirnos si queremos salvar nuestro bosque," - propuso Lucho, mirando a ambos grupos.
Los lobos aceptaron, y los ciervos también. Juntos, sus voces sonaron más fuertes.
"¡Debemos hacer ruido, asustarlos!" - sugirió Luna.
Acordaron que los ciervos correrían en una dirección para atraer a los cazadores, mientras los lobos correrían en la otra, haciendo ruidos fuertes para generar confusión. Todo fue planificado con tal precisión que al final, los cazadores se perdieron y decidieron irse muy lejos del bosque.
Al final del día, el sol comenzó a ponerse y todos se reunieron para celebrar su victoria.
"Sin la ayuda de Lucho, no habríamos logrado esto," - dijo Luna, ya sin desconfianza.
"La unión hace la fuerza," - agregó Clara, sonriendo.
Desde ese día, el bosque nunca volvió a escuchar el eco de la desconfianza. Había florecido una amistad genuina, y la manada de lobos y ciervos entendieron que, a pesar de sus diferencias, la paz y la colaboración eran el camino a seguir. Y así, juntos, siempre cuidaron su hogar, recordando que la verdadera fortaleza está en la unidad y el respeto mutuo.
Y colorín colorado, este cuento, de paz y reconciliación ha terminado.
FIN.