El Loro, el Tigre y el Gran Charlatán



En lo profundo de la selva argentina, vivían un loro llamado Lolo, un tigre llamado Tino y un astuto charlatán que todos conocían como Don Simón. Lolo era un loro colorido, siempre lleno de energía y entusiasmo. Tino, el tigre, era fuerte y valiente, pero también era un poco solitario. Don Simón, por otro lado, era un zorro astuto con un don para contar historias, pero a menudo exageraba un poco las cosas, lo que hacía que algunos animales lo miraran con recelo.

Un día, mientras Lolo volaba de rama en rama, escuchó a Tino sollozar en lo profundo de la jungla. Intrigado, se acercó volando:

"¿Qué te pasa, Tino?" - preguntó Lolo, aterrizando cerca del tigre.

"Nadie quiere jugar conmigo. Siempre asusto a los demás, porque creen que soy un tigre feroz" - respondió Tino con tristeza.

Lolo pensó por un momento. Sabía que Tino tenía un gran corazón y que podía ser un gran amigo si los demás solo lo conocieran mejor.

"¡Ya sé! ¡Voy a ayudarte a hacer amigos!" - exclamó Lolo emocionado.

Pero, justo en ese momento, apareció Don Simón, que había estado escuchando la conversación.

"¿Haciendo amigos? Eso suena interesante. Puedo ayudarles. ¡Soy el mejor en contar historias!" - dijo el charlatán con una sonrisa pícara.

Lolo y Tino se miraron. Aunque tenían sus dudas sobre Don Simón, decidieron darle una oportunidad.

"Está bien. ¿Qué idea tienes?" - preguntó Tino.

"Vamos a hacer una gran fiesta en la selva. Invitemos a todos los animales, y yo contaré historias sobre las maravillas de ser amigos. ¡Así Tino podrá conocerlos sin asustarlos!" - propuso Don Simón.

Con entusiasmo, Lolo y Tino se pusieron a trabajar. Lolo voló por toda la selva, invitando a las aves, los monos y hasta a los elefantes. Tino se esforzó en ser amable y amable con los pocos animales que se acercaban. A medida que se acercaba la hora de la fiesta, todos estaban emocionados, pero había un pequeño detalle: Don Simón no contaba historias de amigos, sino de aventuras en las que él siempre era el héroe. Comenzó a exagerar y contar cosas que no eran reales.

"Y entonces, me enfrenté a un oso gigante que estaba aterrorizando la selva, ¡y lo ahuyenté con un rugido!" - decía Don Simón, mientras los animales lo miraban asombrados, pero también un poco desconfiados.

Lolo se dio cuenta de lo que estaba pasando:

"¡Eso no es justo! No se trata solo de ti, Don Simón. La fiesta es también para que Tino haga amigos. Si sigues así, a nadie le gustará tu historia." - exclamó el loro, visiblemente preocupado.

Tino sintió un nudo en el estómago. Había querido hacer amigos, pero la atención se estaba centrando en el charlatán.

"Don Simón, sé que cuentas historias, pero se trata de la amistad y de ser sinceros. Quizás deberíamos hablar de los talentos de cada uno" - sugirió Tino nervioso.

Don Simón hizo una pausa, dándose cuenta de que había estado un poco egoísta.

"Tienes razón, Tino. Quizás fui muy egocéntrico. Hablemos de tus habilidades, ¡y de las de Lolo también!" - dijo, tratando de rectificar el camino.

Y así, todos juntos, Lolo empezó a contar cómo podía imitar otros sonidos de la selva, y Tino habló de lo buen cazador que era, pero también de lo mucho que valoraba a sus amigos. Los demás animales comenzaron a murmurar asombrados, y finalmente se acercaron a conocer y jugar con Tino.

El ambiente cambió completamente. Los animales se rieron, compartieron cuentos y comenzaron a jugar entre ellos. Tino no solo hizo amigos, sino que también aprendió una valiosa lección sobre la importancia de ser uno mismo y sincero. Don Simón, aunque todavía tenía su aire de charlatán, se unió a las risas y se dio cuenta de que la verdadera aventura estaba en volver a conectar con los demás.

El sol se puso sobre la selva, y la fiesta terminó siendo un gran éxito. Todos aprendieron que la amistad se construye a través de la sinceridad y que, aunque cada uno tiene sus propias habilidades y talentos, lo que realmente importa es el corazón. E hicieron un pacto para repetir la fiesta cada año, siempre recordando esa lección.

Así, el loro, el tigre y el charlatán se convirtieron en grandes amigos, dejando atrás la desconfianza y llenando la selva de colores, risas y aventuras.

"¿Y tú, Don Simón, harás un esfuerzo por ser más honesto de ahora en adelante?" - preguntó Lolo con una sonrisa.

"¡Sí, claro! La amistad es más importante que ser el héroe de la historia, ¡y me gusta ser parte de esta!" - respondió Don Simón, sintiéndose más feliz que nunca.

FIN.

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