El Loro Encargado



En un edificio lleno de colores y risas, vivía un loro llamado Lolo. Era un loro muy especial, de plumas verdes y un pico amarillo brillante. Lolo tenía un sueño: quería ser el encargado del edificio. Pero todos los vecinos decían que no era una buena idea, porque temían que repitiera todo lo que escuchara.

"¡No podemos dejar que un loro se vuelva nuestro encargado!" - decía la señora Elena, la vecina más anciana.

"Claro, se va a enterar de todo y luego andará contando chismes por ahí." - agregaba Don Pablo, el jardinero.

Pero Lolo no se dio por vencido. Un día, llenó su pechito de valentía y se acercó a todos.

"Por favor, vecinos. Prometo que no voy a contar nada de lo que escuche. ¡Confíen en mí!" - exclamó con su voz melodiosa.

Los vecinos se miraron entre sí. Algunos aún dudaban, pero finalmente decidieron darle una oportunidad.

"Está bien, Lolo. Te elegiremos encargado, pero solo si cumples tu promesa”, dijo la señora Elena.

Y así, Lolo se convirtió en el encargado del edificio. A los pocos días, se dedicó a cuidar el lugar: regó las plantas, recogió la basura y hasta organizó juegos para los niños. Todos estaban felices, pero un día algo inesperado ocurrió.

Un grupo de gatos del barrio decidió invadir el hall del edificio. Maullaban y saltaban por todas partes. Lolo se asustó y voló a contarle a los vecinos.

"¡Hay gatos en el hall! ¡Hacen un despelote!" - gritó. n

"¿Ves? ¡Ya empezó a contar cosas!" - dijo Don Pablo, enfadado.

Entonces, Lolo se dio cuenta de que lo habían elegido por su corazón y no solo por ser un loro. Se le ocurrió una idea.

"Voy a hablar con los gatos en lugar de asustarlos. ¡Quizás solo estén buscando un lugar cómodo!" - pensó.

Así que, con mucho coraje, se acercó a los gatos.

"¡Hola, amigos felinos! ¿Qué hacen aquí?" - preguntó Lolo, tembloroso pero decidido.

Los gatos, sorprendidos, respondieron.

"Nos perdimos y estamos buscando un lugar para descansar."

Lolo sonrió y decidió ayudarles.

"¿Por qué no vienen al jardín? Allí pueden tomar el sol y jugar tranquilos. Pero en el hall no pueden estar, ya está muy lleno y se necesitan mantener el orden." - dijo Lolo.

Los gatos aceptaron la propuesta, y al poco tiempo, Lolo organizó una gran fiesta en el jardín para que todos pudieran divertirse juntos. Al final, los vecinos se dieron cuenta de que Lolo no solo había sido un buen encargado, sino también un excelente mediador.

Con el tiempo, la confianza en Lolo creció. Desde entonces, era considerado un buen amigo y líder para todos.

Los vecinos aprendieron que no debían juzgar a alguien solo por ser diferente. Y Lolo demostró que, a veces, los que menos esperan ser elegidos pueden sorprenderte con su valentía y amor.

Y así, Lolo se convirtió en el encargado más querido del edificio. Ya no solo era un loro, era un ejemplo de confianza y amistad.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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