El Loro Mágico y los Deseos de Eva
Era una mañana soleada en el pequeño pueblo de Villa Alegría, donde vivía una niña llamada Eva. Eva era curiosa y aventurera, siempre en busca de cosas nuevas. Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, encontró un loro de colores brillantes, parado sobre una rama y con una mirada sabia.
"Hola, pequeña. Soy Loro, el loro mágico. Puedo cumplir tres deseos, pero ten cuidado con lo que eliges," dijo el loro, moviendo su plumaje con gracia.
Eva no podía creerlo. Su corazón latía con emoción. Pensó en todas las cosas que podría desear, pero también recordó que los deseos inadecuados pueden traer problemas.
Después de pensarlo detenidamente, decidió hacer dos deseos buenos primero.
"Para mi primer deseo, quiero que todos en mi pueblo tengan suficiente comida para comer todos los días," anunció Eva con firmeza.
"¡Hecho!" respondió el loro, y en un instante, un aire fresco recorrió el pueblo, trayendo consigo deliciosos aromas de pan recién horneado y frutas frescas. Todos los habitantes sonrieron y agradecieron a Eva.
"Para mi segundo deseo, deseo que todos los niños del mundo tengan acceso a la educación," continuó Eva, enfrentándose con decisión a su nuevo amigo.
"Eso también es un deseo noble. ¡Hecho!" dijo el loro, y mágicamente se hicieron libros y cuadernos en manos de niños en todos los rincones del planeta. La alegría de aprender llenó el aire.
Eva se sintió muy orgullosa, pero ahora debía elegir el tercer deseo. Mientras pensaba, una idea traviesa surgió en su mente. Recordó a una niña que siempre era mala con ella en la escuela.
"Para mi tercer deseo..." comenzó Eva, poniendo una mano en su barbilla. "Quiero que esa niña no pueda hacerme más bullying por un día completo."
"Un deseo curioso, pero está bien. ¡Hecho!" dijo el loro, guiñándole un ojo.
Al instante, la niña que solía hacerle bullying, se convirtió en la más torpe de la escuela. Cada vez que trataba de molestar a Eva, accidentalmente se caía, se tropezaba o se olvidaba lo que iba a decir. Eva miró, sorprendida.
El día pasó, y la niña torpe dejó de molestarla, pero Eva comenzó a sentir tristesa en su corazón. Aquella niña no era mala de verdad, simplemente se sentía insegura.
"Oh, Loro, creo que debería haber deseado que aprendiera a ser amable en lugar de hacerla torpe. No me gusta lo que he hecho," dijo Eva, con una mirada preocupada.
"A veces, lo que deseamos no es lo que realmente necesitamos. Pero todavía hay tiempo para arreglarlo," le respondió el loro, sonriendo.
Eva respiró hondo y se armó de valor. Sabía que debía solucionar la situación. Se acercó a la niña que estaba llorando, atormentada por su accidental torpeza del día.
"Hola, sé que hemos tenido algunos problemas. ¿Te gustaría que jugáramos juntas? A veces todos necesitamos un amigo," dijo Eva, con voz suave.
La niña, sorprendida por la bondad de Eva, asintió lentamente.
"¿De verdad quieres ser mi amiga?" preguntó.
"Sí, creo que podríamos aprender mucho juntas. Además, puede que hagamos reír a todos, aunque nos caigamos un poco en el camino," respondió Eva con una sonrisa.
Las dos niñas se rieron y, juntas, se unieron a los otros niños.
"Loro, creo que he aprendido la lección más importante de todas. La verdadera magia está en la amistad, no en los deseos," reflexionó Eva mientras observaba a sus nuevos amigos jugar.
"Eso es cierto, pequeña. Los deseos pueden ser poderosos, pero tu bondad en el mundo lo es aún más," respondió el loro, volando en círculos alegres.
Y así, Eva no solo cumplió sus deseos, sino que también enseñó una valiosa lección sobre la amistad, la empatía y el perdón. Desde aquel día, nunca olvidó el poder de ser amable y cómo un simple gesto podía cambiar el corazón de las personas.
El loro mágico se despidió de Eva, pero prometió que siempre estaría ahí, en su corazón, volando alto junto a sus sueños.
Eva comprendió que había crecido y madurado, y que cada elección que hacían podían afectar a los demás. Desde entonces, cada paso que daba estaba guiado por la bondad, sabiendo que ese era su verdadero superpoder.
FIN.