El Loro Sabio y la Aventura en el Parque



Era un bello día en el parque. El sol brillaba, y las aves cantaban felices. Lucía, una niñita risueña, corría de aquí para allá, mientras su hermano, Tomi, la seguía con un globo rojo en la mano. Juntos, estaban emocionados porque ese día tenían planificada una sorpresa: alimentar a los patos del estanque.

De repente, un loro colorido se posó sobre la rama de un árbol. El loro, que se llamaba Pablo, era conocido por ser muy sabio, y muchos niños venían a escucharlo contar historias.

- ¡Hola, Pablo! - gritou Lucía emocionada, - ¡¿Podés contarnos una historia? !

- Por supuesto, pequeña - respondió el loro con su voz melodiosa, mientras movía su plumaje brillante. - Pero primero, necesito que me ayuden con algo.

- ¿Con qué? - preguntó Tomi, intrigado.

- Quiero que busquen cinco cosas en el parque que representen la amistad. ¡Me encantaría ver si pueden encontrar algo especial! - dijo Pablo.

Lucía y Tomi se miraron emocionados y comenzaron a buscar por el parque. Primero, encontraron un perro que jugaba con un niño.

- ¡Mirá, es un ejemplo perfecto de amistad! - exclamó Lucía.

- ¡Sí! Ese perro y ese niño viven muchas aventuras juntos - añadió Tomi.

Continuaron caminando y vieron a un grupo de niñas jugando al fútbol.

- Ellas también son amigas - señaló Lucía, - ¡Las amigas siempre se apoyan!

Siguieron su recorrido y dieron con una flor hermosa, que Lucía recogió con cuidado.

- Esta flor puede representar a esas personas que nos hacen sentir especiales - comentó Tomi con una sonrisa.

La búsqueda siguió con la aparición de dos ancianos que compartían un banco, conversando y riendo juntos.

- ¡Ellos tienen una amistad hermosa! - dijo Lucía.

Finalmente, escucharon risas a lo lejos y decidieron acercarse. Allí encontraron a un grupo de niños compartiendo un helado.

- La amistad también está en compartir lo que tenemos - señaló Tomi.

- ¡Encontramos cuatro cosas! Pero nos falta una - dijo Lucía un poco preocupada.

De pronto, un fuerte viento sopló y, para sorpresa de todos, el globo rojo de Tomi se escapó de su mano.

- ¡No! ¡Mi globo! - gritó Tomi, viendo cómo se perdía en el cielo.

- ¡No te preocupes, Tomi! - animó Lucía. - Vamos a buscarlo.

Los niños corrieron tras el globo, pero no pudieron alcanzarlo. Fue entonces cuando se dieron cuenta que el loro estaba volando tras él.

- Pablo, ¿lo podés atrapar? - preguntó Lucía esperanzada.

- Voy a intentarlo - dijo el loro, modificando su rumbo en el aire, - ¡Pero necesito que vengan conmigo! Llamen a su amistad para que venga a ayudarnos.

- Todos, ¡a ayudar! - gritó Tomi. Juntos comenzaron a hacer ruido, llamando a más niños y al perro que había visto antes. Poco a poco, más personas se unieron, gritando y saltando, intentando que el globo regresara.

El globo comenzó a descender mientras el loro giraba felices en el aire. Finalmente, los niños lograron alcanzarlo justo cuando el globo estaba a punto de desaparecer entre las copas de los árboles.

- ¡Lo logramos! - gritaron juntos, con el globo en la mano.

Pablo, emocionado, dijo:

- Cada una de esas cosas que encontraron representa la amistad: el perro, el grupo de niñas, la flor, los ancianos, y ahora el globo. Y hoy han demostrado que cuando estamos juntos, ¡podemos hacer cosas maravillosas!

Lucía y Tomi sonrieron, sintiendo que habían aprendido una valiosa lección.

- ¡Gracias, Pablo! - dijeron al unísono.

Y así, el loro, la niña, el niño y el perro se convirtieron en grandes amigos, y juntos vivieron muchas más aventuras en ese mágico parque.

FIN.

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