El loro y la lluvia
Había una vez un hermoso loro llamado Rojito. Tenía plumas de color rojo intenso y unas alas preciosas, verdes y amarillas. A Rojito le encantaba volar por todos lados, descubriendo nuevos lugares y conociendo a diferentes animales.
Sin embargo, había algo que entristecía a Rojito: cuando llovía, no podía volar porque sus alas se mojaban y se volvían pesadas. Además, todo su cuerpo también se empapaba y eso lo hacía sentir incómodo.
Un día lluvioso, mientras Rojito buscaba refugio bajo un árbol para protegerse de la lluvia, un nene llamado Francesco pasó por allí corriendo bajo su paraguas. Francesco notó al pobre loro empapado y decidió ayudarlo.
Francesco tomó su pañuelo y comenzó a secar las alas de Rojito con mucho cuidado. El loro miraba sorprendido cómo el nene le brindaba ayuda sin pedir nada a cambio. Desde ese momento, Rojito supo que había encontrado un verdadero amigo en Francesco.
A partir de ese día, cada vez que llovía, Francesco iba en busca de Rojito para protegerlo con su paraguas. Juntos recorrían el bosque saltando charcos y explorando los rincones más escondidos.
Un día soleado, mientras jugaban en el jardín de Francesco rodeados de flores multicolores, una mariposa se acercó volando hacia ellos. La mariposa tenía unas alas tan brillantes como las plumas del loro.
Rojito quedó fascinado por la belleza de la mariposa y le dijo a Francesco: "-¡Me encantaría volar como ella, pero con mis alas mojadas no puedo!". Francesco sonrió y respondió: "-No te preocupes, Rojito. ¡Tengo una idea!".
El nene corrió hacia su casa y regresó con un par de alitas hechas con papel de colores. Con mucho cuidado, las colocó sobre las alas de Rojito. "-Ahora podrás volar sin problemas, Rojito", dijo Francesco emocionado. Rojito abrió sus nuevas alas de papel y comenzó a volar por el jardín junto a la mariposa.
Se sentía libre y feliz, gracias a la ayuda y creatividad de su amigo Francesco. Desde ese día, Rojito comprendió que siempre habrá obstáculos en el camino, pero también habrá amigos dispuestos a ayudarlo a superarlos.
Aprendió que no importa cuán grande o pequeño sea uno, todos tenemos algo valioso para ofrecer al mundo.
Y así fue como Rojito y Francesco vivieron muchas aventuras juntos, disfrutando cada momento y recordando que la amistad verdadera es capaz de superar cualquier dificultad.
FIN.