El luchador y la lobita



Había una vez un pequeño perro llamado Terror, que vivía en un pequeño pueblo junto a su dueña, Sofía. Terror era muy valiente y siempre estaba dispuesto a proteger a su familia de cualquier peligro.

Un día, mientras paseaban por el parque, Terror vio a un grupo de niños jugando al luchador. Se acercó emocionado y comenzó a saltar alrededor de ellos, moviendo la cola sin parar.

Los niños se sorprendieron y rápidamente le pusieron una capa roja que encontraron en el suelo. Desde ese momento, decidieron llamarlo —"Iuchador" . Iuchador se sintió tan feliz con su nueva identidad que decidió fingir ser un verdadero luchador todo el tiempo.

Corría por las calles del pueblo buscando aventuras imaginarias y ayudando a los vecinos con sus problemas cotidianos. Pero un día, mientras perseguía una ardilla traviesa, Iuchador se alejó demasiado del pueblo y terminó perdido en el bosque.

Estaba asustado y no sabía cómo regresar a casa. Al mismo tiempo, Sofía comenzaba a preocuparse por la ausencia de Iuchador. Lo buscaba por todas partes pero no lo encontraba. Decidió pedir ayuda a sus vecinos para buscarlo.

Mientras tanto, Iuchador se sentó bajo un árbol llorando desconsoladamente cuando escuchó unos ruidos extraños cerca de él. Se dio cuenta de que había llegado hasta la guarida de los lobos.

De repente apareció Luna, una lobita muy amable que notó la tristeza en los ojos de Iuchador. Se acercó a él y le preguntó qué le había sucedido. Iuchador explicó que se había perdido y no sabía cómo regresar a casa.

Luna decidió ayudarlo y lo llevó de vuelta al pueblo, siguiendo el rastro del olor de Sofía. Cuando llegaron al pueblo, Iuchador vio a Sofía llorando junto a los vecinos. Corrió hacia ella enseguida y saltó sobre su regazo. Todos estaban felices de verlo sano y salvo.

Sofía abrazó fuertemente a Iuchador y le dijo lo mucho que lo había extrañado. También le explicó que no era necesario fingir ser un luchador para ser especial, ya que él ya era especial tal como era: un perro valiente y amoroso.

Desde aquel día, Iuchador dejó de fingir ser un luchador todo el tiempo. Aprendió que la verdadera valentía viene del corazón y que siempre estaría ahí para proteger a su familia sin importar qué.

Y así, Iuchador vivió feliz junto a Sofía, recordando siempre la amistad que encontró en Luna, la lobita bondadosa que lo ayudó cuando más lo necesitaba. Juntos demostraron que los verdaderos héroes son aquellos dispuestos a ayudar sin importar las diferencias entre ellos.

FIN.

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