El Maestro de los Colores
Había una vez un niño llamado Jack que veía el mundo en blanco y negro. No importaba cuánto intentara, no podía ver los colores que todos a su alrededor parecían disfrutar.
Un día, mientras caminaba por el parque, encontró a un extraño personaje. Era un hombre pequeño con sombrero de copa y chaqueta verde brillante.
Se presentó como el maestro de los colores y le dijo a Jack que podía enseñarle cómo ver todas las tonalidades del arco iris. Jack estaba emocionado por la idea, así que siguió al pequeño hombre hasta una cueva secreta debajo de un árbol gigante. Allí, el maestro de los colores sacó varios frascos llenos de polvo mágico.
"¿Qué es eso?"- preguntó Jack con curiosidad. "Es polvo mágico para ver los colores", respondió el maestro sonriendo. Le pidió a Jack que cerrara los ojos y le roció algunos granitos en cada uno.
Cuando abrió sus ojos nuevamente todo cambió: vio hojas amarillas en las ramas del árbol, flores rosadas en la hierba y mariposas azules volando cerca suyo. "¡Wow! ¡Nunca había visto algo así!"- exclamó Jack sorprendido.
"Ahora eres capaz de ver la belleza del mundo"- dijo el Maestro-. "Pero recuerda siempre: lo más importante no son solo los colores sino también lo que hacen sentir".
Jack se dio cuenta entonces de lo cierto que era eso ya que las cosas bonitas siempre habían estado allí, pero él no había sido capaz de verlas. A partir de ese momento, decidió mirar más allá de los colores y aprender a apreciar las emociones que las cosas le generaban.
Con su nueva habilidad, Jack comenzó a explorar el mundo con una perspectiva completamente diferente. Descubrió la alegría del rojo brillante en un atardecer, el misterio del verde oscuro en un bosque y la tranquilidad del azul claro en un lago.
Pero lo más importante es que aprendió a valorar cada color por cómo lo hacía sentir y no solo por su apariencia. Y así, Jack se convirtió en un niño más feliz y lleno de vida gracias al maestro de los colores.
FIN.