El Maestro Fanor y el Letrero de los Sueños
Era un hermoso día en la escuela San Francisco de los Cedros. El sol brillaba y los niños corrían por el patio, llenando el aire con risas y juegos. Profe Fanor, el querido maestro de la escuela, tenía una idea en mente. Quería que su escuela tuviera un letrero que la identificara y le diera personalidad.
"Hoy voy a hacer un letrero grande para que todos sepan que aquí está San Francisco de los Cedros!" - dijo Fanor, emocionado, mientras levantaba una escalera que había traído.
Los niños se acercaron curiosos.
"¿Qué vas a escribir, Profe?" - preguntó Sofía, con sus ojos brillantes.
"Voy a poner el nombre de la escuela, claro, y quizás algo más..." - respondió el maestro mientras subía peldaños en la escalera con una brocha en la mano y pintura de color azul.
Mientras pintaba, un grupo de niños empezó a murmurar sobre lo que podían agregar al letrero.
"Yo creo que debería decir: Aquí se sueña y se aprende" - sugirió Felipe, que siempre estaba pensando en grande.
"¡Sí! ¡Y que los sueños no tienen límites!" - añadió Lucía.
"Me gusta eso, pero también podríamos poner dibujos de libros y computadoras!" - dijo Mateo, que era un gran amante de la lectura.
Profe Fanor se detuvo por un momento y les sonrió.
"¿Saben qué? ¡Podemos hacer esto juntos! ¿Quieren ayudarme a diseñar el letrero?" - les preguntó.
Los niños gritaron de alegría y rápidamente trajeron papeles, lápices y colores.
"Voy a dibujar una estrella y un libro gigante!" - dijo Sofía, que siempre soñaba con ser astrónoma.
"Y yo dibujaré una computadora, porque quiero ser programador!" - comentó Mateo, emocionado.
El maestro bajó de la escalera y se puso a su lado, guiándolos en el diseño del letrero. Juntos decidieron que el letrero no solo diría el nombre de la escuela, sino que reflejaría la energía y los sueños de todos los niños.
"¡Esto va a ser genial!" - exclamó Felipe.
Una vez que terminaron el diseño, Profe Fanor sonrió satisfecho.
"Entonces, haremos un letrero que tenga el nombre de la escuela, nuestras frases soñadoras y dibujos de todos ustedes. Al regreso de las vacaciones, lo colgaremos en la entrada. ¡Así todos sabrán lo que hacemos aquí y cuántos sueños tenemos!"
Los niños trabajaron muy duro, pintando y dibujando, llenos de entusiasmo. Al final de la jornada, el letrero era una obra maestra llena de colores y creatividad.
Pero cuando el día terminó, un fuerte viento comenzó a soplar. Cuando todos pensaban en irse, un estruendo resonó en el patio.
"¡Noooo! ¡El letrero!" - gritaron los niños al ver cómo la escalera y el letrero volaban por los aires.
"¡Rápido! ¡Ayudemos a Profe Fanor a recuperarlo!" - sugerió Mateo.
Sin pensarlo dos veces, los niños corrieron detrás del letrero volador, tratando de atraparlo mientras danzaba con el viento.
Finalmente, después de mucho esfuerzo y risas, lograron atrapar el letrero, justo a tiempo antes de que se fuera muy lejos.
"¡Lo logramos!" - exclamaron todos juntos, llenos de alegría.
Profe Fanor miró el letrero con orgullo, sin poder contener una sonrisa.
"Este letrero es más que un simple trozo de madera. ¡Es un símbolo de todas nuestras ideas y de lo que podemos lograr juntos!" - dijo entusiasmado.
De vuelta en la escuela, decidieron reforzar el letrero y asegurarse de que estuviera bien sujetado. Juntos, los niños y Profe Fanor lo colgaron en la entrada. Todos los que pasaban por allí no podían evitar admirarlo.
"¡Esto es increíble!" - comentaron los padres, y los estudiantes se sentían orgullosos de su escuela.
Y así, el letrero y las palabras de Profe Fanor recordaban a todos que los sueños y la amistad son la base de un aprendizaje extraordinario.
Desde ese día, la escuela San Francisco de los Cedros no solo era conocida por su nombre, sino por ser el lugar donde las ideas volaban alto y donde se animaba a todos a soñar sin límites.
FIN.