El maestro monstruoso y la poción salvadora
Había una vez en la Escuela Primaria "Rayitos de Sol", un maestro muy especial llamado Profesor Lucas. Era conocido por su alegría y entusiasmo al enseñar matemáticas, ciencias y literatura a sus alumnos.
Sin embargo, tenía un pequeño problema: cuando se enojaba, ¡se convertía en un monstruo gigante que asustaba a todos los niños! Un día, durante una clase de geografía, uno de los alumnos hizo una broma sin darse cuenta que podía ofender al Profesor Lucas.
El maestro se puso tan furioso que comenzó a crecer y a transformarse en un monstruo con garras afiladas y dientes puntiagudos. Los niños gritaron de miedo y corrieron hacia la salida mientras el monstruo destrozaba pupitres y pizarrones.
"¡Profesor Lucas, por favor cálmese! ¡No queremos que nos lastime!", suplicó Valentina, una alumna valiente que se acercó al monstruo con determinación. El Profesor Lucas luchaba por controlar su ira, pero parecía imposible detener la transformación.
En ese momento, Martín recordó algo que había leído en un antiguo libro de hechizos: una poción mágica podía revertir cualquier maleficio.
"¡Chicos, tenemos que hacerle una poción al Profesor Lucas! ¡Rápido, recojamos ingredientes antes de que sea demasiado tarde!", exclamó Martín mientras corrían hacia el laboratorio de química. Los niños buscaron entre frascos y probetas hasta encontrar todos los ingredientes necesarios para la poción: polvo de hadas, lágrimas de unicornio y flores de luna llena.
Con mucho cuidado y siguiendo las instrucciones del libro de hechizos, prepararon la posima mágica justo a tiempo antes de que el monstruo destrozara todo a su paso.
"¡Profesor Lucas, beba esta poción! ¡Por favor regrese como era antes!", gritaron los niños con esperanza en sus corazones. El monstruo detuvo su furia por un momento al escuchar las palabras de los niños. Miró la posión con curiosidad y luego la tomó lentamente.
Un brillo dorado envolvió su cuerpo mientras volvía a su forma original como el alegre Profesor Lucas. "¡Muchas gracias chicos! No sé qué habría sido de mí si no fuera por ustedes", dijo el Profesor Lucas con lágrimas en los ojos.
Los niños rodearon al maestro con abrazos cálidos y sonrisas radiantes. Desde ese día, el Profesor Lucas aprendió a controlar mejor su ira gracias al cariño y apoyo incondicional de sus alumnos.
Y juntos descubrieron que incluso en los momentos más oscuros siempre hay una luz brillante lista para guiarnos hacia la felicidad.
FIN.