El maestro Tomás y el juego en equipo


Había una vez una escuela muy especial, donde todos los niños eran muy amigos y se llevaban de maravilla. Pero un día, algo extraño sucedió: los niños comenzaron a pelearse entre ellos.

Todo empezó con una discusión sobre quién era el mejor jugador de fútbol de la escuela. Martín decía que él era el mejor porque siempre anotaba muchos goles, mientras que Sofía afirmaba que ella era la más habilidosa con el balón.

La discusión se fue intensificando cada vez más y pronto, otros niños se involucraron en la pelea. Se formaron dos grupos: uno apoyando a Martín y otro apoyando a Sofía. Las palabras hirientes y los gestos despectivos comenzaron a volar por todas partes.

El ambiente en la escuela se volvió tenso y triste. Los maestros intentaban detener las peleas, pero parecían no encontrar la manera de hacerlo. Hasta que un día, llegó al colegio un nuevo profesor llamado Tomás.

Tomás era un maestro diferente. Tenía una gran sonrisa en su rostro y siempre encontraba una forma divertida de enseñar a sus alumnos. Al ver las peleas entre los niños, decidió intervenir para poner fin a todo ese conflicto.

Un día, durante el recreo, reunió a todos los niños en el patio central de la escuela. Todos estaban expectantes por saber qué les iba a decir aquel nuevo maestro tan simpático.

Tomás tomó un globo inflable en forma de corazón y lo sostuvo frente a todos los niños. "Este globo representa nuestra amistad", dijo Tomás. "Cuando estamos unidos y nos respetamos unos a otros, nuestro corazón está lleno de alegría y amor".

Luego, Tomás comenzó a pinchar el globo con una aguja. El aire empezó a salir y el globo se desinfló rápidamente. "Cuando discutimos y nos peleamos, nuestro corazón se llena de tristeza y dolor", explicó Tomás.

Los niños observaban atentamente mientras escuchaban las palabras del maestro. Todos entendieron que ellos mismos habían sido los causantes de esa tristeza en sus corazones. Tomás continuó: "Pero no todo está perdido.

Podemos volver a inflar nuestro globo, restaurar nuestra amistad y hacer que nuestros corazones vuelvan a estar llenos de alegría". Con estas palabras, el maestro sacó varios globos nuevos y les dio uno a cada niño. "Cada vez que tengan ganas de pelearse o discutir, recuerden este globo", les dijo Tomás.

"Piensen en lo feliz que podemos ser cuando trabajamos juntos como un equipo". Desde aquel día, los niños aprendieron la importancia de la amistad y el trabajo en equipo. Comenzaron a resolver sus diferencias hablando en lugar de pelearse.

Descubrieron que todos tenían algo especial para compartir y disfrutar juntos. La escuela volvió a ser un lugar lleno de risas y juegos.

Los niños aprendieron una valiosa lección: es mejor mantener nuestros corazones llenos de amor y amistad en lugar de dejarlos vacíos por las peleas sin sentido. Y así fue como los niños dejaron atrás las peleas para siempre, convirtiendo su escuela en un lugar donde la amistad y el respeto reinaban.

Y todo gracias a la sabiduría del nuevo maestro, Tomás, quien les enseñó que unidos siempre podían lograr cosas maravillosas.

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