El Magia de los Osos y los Dinosaurios del Pasto
En un tranquilo bosque lleno de magia, vivían tres osos: Bruno, el oso aventurero; Sara, la osa sabia; y Tico, el oso juguetón. Un día, mientras recogían frutas en un claro del bosque, encontraron un libro antiguo cubierto de musgo. Asombrados, Bruno lo abrió y, de repente, una ráfaga de luz iluminó el lugar.
"¡Qué es eso!" - exclamó Tico, mirando la luz con sus ojos grandes y redondos.
"Es un libro de magia", dijo Sara, hojeando las páginas. "Puede llevarnos a diferentes mundos!"
Bruno, emocionado, propuso: "¿Y si viajáramos a un mundo lleno de dinosaurios?"
Tico empezó a saltar de alegría: "¡Sí! ¡Eso sería increíble!"
"Pero necesitamos un hechizo especial para eso", aclaró Sara.
Decidieron realizar el hechizo juntos. Unieron sus patas y recitaron las palabras mágicas. En un instante, el bosque se desvaneció y se encontraron en un vasto campo de pasto, lleno de dinosaurios de todos los tamaños y colores.
"¡Miren!" - dijo Bruno, asombrado. "¡Son tan grandes!"
Un diplodocus, curioso por los recién llegados, se acercó a ellos y preguntó:
"¿Quiénes son ustedes, pequeños osos?"
"Somos osos aventureros de un bosque mágico!" - respondió Sara, y todos los dinosaurios se acercaron para escuchar.
Pronto, los dinosaurios propusieron un juego. El objetivo era recoger flores mágicas que crecían a lo largo de un sendero. Cada vez que un dinosaurio recogía una, algo hermoso sucedía. Las flores tenían propiedades sorprendentes: unas hacían que los dinosaurios brillaran, otras hacían reír a los que estaban tristes.
"¿Estamos listos para jugar?" - preguntó un veloz velociraptor llamado Rapi.
"¡Sí!" - gritaron los osos al unísono.
El juego comenzó y todos corrían y reían. Pero en medio de la diversión, Rapi se detuvo, asustado, y dijo:
"Escuchen, oigo un extraño ruido..."
Los osos y los dinosaurios se miraron. Justo en ese momento, un gran T-Rex apareció, con una expresión furiosa.
"¡¿Quién se atreve a jugar en mi territorio? !" - rugió.
Los dinosaurios se escondieron y los osos, llenos de valentía, se acercaron al T-Rex.
"¡Espera!" - gritó Bruno. "No estamos aquí para hacer daño, solo vinimos a jugar y hacer amigos."
El T-Rex los miró con sospecha.
"¿Jugar? ¿Qué es eso?"
Sara, con su sabiduría, decidió acercarse un poco más.
"Jugar es compartir alegría y risas, es una forma de conocer a otros y hacerse amigos. ¿Quieres unirte a nosotros?"
El T-Rex dudó, pero su curiosidad ganó. "Bueno, tal vez..."
Así que se unió al juego. Al principio, los dinosaurios estaban nerviosos, pero pronto se dieron cuenta de que el T-Rex solo quería ser parte de la diversión. Todos aprendieron a jugar juntos, y el T-Rex hasta mostró su propia forma de hacer reír a los demás, haciendo giros divertidos con su enorme cuerpo.
Después de un día lleno de risas y nuevos amigos, los osos se dieron cuenta de que era hora de volver a casa. En ese momento, el T-Rex se acercó y les dijo:
"Gracias por hacerme sentir parte de algo especial. Nunca había jugado antes."
Bruno sonrió. "La amistad es lo más importante, siempre hay lugar para un amigo más.”
Sara agregó: "Y nunca es tarde para aprender a jugar y compartir alegría."
Con un saludo afectuoso, los osos pronunciaron el hechizo de regreso y, en un abrir y cerrar de ojos, regresaron a su bosque. Miraron el libro mágico, que ahora brillaba con una luz especial.
"Hoy, aprendimos que el juego y la amistad son para todos, no importa cuán grandes o pequeños seamos", dijo Tico mientras sonreía.
"Sí, ese T-Rex puede ser un gran amigo", concluyó Bruno.
Y así, guardaron el libro mágico, listos para nuevas aventuras en el futuro, siempre buscando maneras de unir a todos, animales, grandes y pequeños, en el mágico juego que es vivir.
FIN.