El mágico aprendizaje de Lola



Había una vez en el pueblito de Chuquis, una niña llamada Lola. Ella vivía con su abuela, Doña Rosa, en una pequeña casita rodeada de árboles frutales y flores de colores brillantes. Lola era una niña curiosa y aventurera.

Desde muy pequeña le gustaba explorar cada rincón del pueblo y descubrir cosas nuevas. Pero lo que más disfrutaba Lola era pasar tiempo con su abuela, quien siempre le contaba historias mágicas llenas de enseñanzas.

Un día soleado, mientras Lola ayudaba a su abuela a regar las plantas, encontraron un viejo libro en el sótano. Era un libro antiguo lleno de dibujos coloridos y palabras escritas con letras doradas. Curiosamente, no tenía título en la portada.

- ¡Mira abuelita! ¿Qué crees que sea este libro? - preguntó Lola emocionada. Doña Rosa tomó el libro entre sus manos arrugadas y sonrió tiernamente. - Este es un libro especial, querida Lola.

Es un libro de magia familiar que ha pasado por generaciones en nuestra familia -respondió ella-. Contiene hechizos y encantamientos que solo pueden ser utilizados para hacer el bien. Lola estaba fascinada por la idea de aprender magia como su abuela.

Ambas decidieron leer juntas el primer hechizo del libro: "El Hechizo del Crecimiento".

Siguiendo las instrucciones al pie de la letra, Lola recitó las palabras mágicas mientras sostenía una semilla en sus manos:"Semilla pequeñita llena de vida, crece fuerte y sana, sin medida". Al instante, la semilla comenzó a brotar y crecer rápidamente hasta convertirse en un hermoso árbol de manzanas. Lola y su abuela se miraron sorprendidas. - ¡Lo logramos! -exclamó Lola emocionada-.

¡Creamos algo maravilloso juntas! A partir de ese día, Lola y su abuela experimentaron con diferentes hechizos del libro. Aprendieron a hacer florecer las plantas más rápido, a sanar heridas pequeñas e incluso a comunicarse con los animales.

Pero un día, mientras practicaban el hechizo para hacer que las nubes formasen figuras divertidas en el cielo, algo salió mal. Una nube gigante se formó sobre Chuquis y comenzó a llover torrencialmente.

Lola y su abuela corrieron por todo el pueblo tratando de encontrar una solución. Finalmente, encontraron un hechizo para detener la lluvia descontrolada. Juntas recitaron las palabras mágicas:"Cielo sereno, agua tranquila. Detén tu furia sin doblegarte". La lluvia cesó inmediatamente y el sol volvió a brillar en Chuquis.

Lola aprendió una valiosa lección ese día: la magia no solo era divertida, sino también peligrosa si no se usaba adecuadamente. Decidió guardar el libro de magia familiar en un lugar seguro junto con su abuela para evitar futuros problemas.

Con el tiempo, Lola siguió explorando el pueblito de Chuquis pero ahora con más cuidado y respeto por la naturaleza que la rodeaba.

Aprendió a disfrutar de los olores del campo y a valorar la libertad que le brindaba el vivir en un lugar tan especial. Y así, Lola creció rodeada de amor, magia y enseñanzas de su abuela Doña Rosa. Siempre recordaría aquellos días llenos de aventuras y aprendizaje en el pueblito de Chuquis.

FIN.

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