El mágico beso de Fernando y Mar



Era una soleada mañana en el pequeño pueblo de Villa Sorpresa, donde todos conocían a Fernando Lujano y Mar Fernández. Fernando era un niño tímido, amante de los rompecabezas, mientras que Mar era una soñadora que pasaba horas dibujando ilustraciones de animales fantásticos.

Una tarde, después de un día de juegos en el parque, Fernando y Mar se sentaron bajo un frondoso árbol. Mar estaba dibujando a un unicornio que volaba por encima de nubes de colores. Fernando miraba con admiración.

"¿Sabes? Siempre quise volar como ese unicornio", dijo Fernando, cerrando los ojos y soñando.

"Yo creo que todos tenemos nuestros propios castillos en el aire. ¿Cuáles son los tuyos?" le preguntó Mar, mientras su lápiz seguía danzando en el papel.

"Me encantaría hacer un rompecabezas gigante que tenga todo el pueblo!" respondió Fernando emocionado.

Mar sonrió, y justo en ese momento, un suave viento sopló, llevando las hojas de los árboles a un vals encantado. Fernando, sintiendo el momento mágico, decidió acercarse a Mar.

"¿Puedo... besarte?" preguntó Fernando, su voz temblorosa.

"¡Claro que sí!" respondió Mar, con una sonrisa amplia.

Fernando se acercó y le dio un suave beso en la mejilla. En ese instante, algo asombroso ocurrió: un destello de luces y color los rodeó. Mar, sorprendida, miró a Fernando.

"¿Viste eso?"

"Sí, fue increíble. Creo que fue un beso mágico", dijo Fernando.

Desde ese día, Fernando y Mar comenzaron a descubrir juntos el poder de la amistad y la creatividad. Juntos crearon un hermoso mural en la escuela con los dibujos de Mar y las ideas de rompecabezas de Fernando. Sin embargo, no todo fue fácil.

Un día, un nuevo chico llegó al pueblo. Se llamaba Tomás y era un poco travieso. A Tomás le gustaba hacer bromas pesadas y, al ver a Fernando y Mar juntos, decidió hacerles una.

"¿Creen que pueden hacer algo genial con este rompecabezas? ¡Seguro es aburrido!" se rió Tomás.

Fernando sintió que su corazón se encogía. Mar, sin embargo, le dio un pequeño codazo y sonrió.

"Fernando, ¿qué te parece si hacemos un concurso de rompecabezas y todos en el pueblo participan?"

"¡Eso sería genial! Tal vez Tomás también quiera unirse", dijo Fernando, sintiendo cómo la confianza volvía a él.

"¡Exacto!" animó Mar.

Así que se pusieron manos a la obra. Fernando explicó la idea a Tomás. Al principio, Tomás dudó, pero la emoción de unirse al concurso fue más fuerte que sus bromas. Fernando y Mar, con su alegría contagiosa, lograron que Tomás también se uniera al grupo.

El día del concurso llegó, y el pueblo estaba lleno de risas y alegría. Todos compartieron sus ideas, y juntos construyeron un enorme rompecabezas que contaba la historia del pueblo. Fernando observó a Mar reír y a Tomás unirse al juego. En ese momento, comprendió que el amor y la amistad podían unir a las personas de maneras que jamás imaginó.

Al final del día, mientras miraban el rompecabezas completo, Fernando se acercó a Mar nuevamente.

"Creo que el verdadero mágico beso fue el de la amistad. Es genial hacer cosas juntos".

"¡Siempre estaremos juntos para crear cosas hermosas!", dijo Mar, con una sonrisa que iluminaba el atardecer. Y así, Fernando Lujano no solo se enamoró de Mar, sino que aprendió que el amor y la amistad son magia que se construye y comparte todos los días.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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