El mágico día de lluvia de Rony



Era un día nublado y plomizo en el pueblito de Villa Nublada. Los árboles se mecían suavemente con el viento, y el sonido de las gotas de lluvia comenzó a llenar el aire. En su casa, Rony, un pequeño ratón curioso y soñador, miraba por la ventana con tristeza.

- ¿Por qué tengo que estar adentro, si la lluvia es tan mágica? - suspiró Rony, observando cómo las gotas caían una tras otra, dibujando como pequeños ríos sobre el cristal.

Rony amaba los días lluviosos. Para él, eran días de descanso y de aventuras imaginarias. Pero aquel día, su mamá, una ratona muy sabia, le había dicho que debía ayudar a su hermano pequeño a hacer la tarea de la escuela.

- ¡Pero mamá! - protestó Rony - ¡no puedo concentrarme con el sonido de la lluvia llamándome desde afuera!

- Entiendo, Rony. Pero también es importante ayudar a tu hermano. Quizás, después de terminar, podamos salir a saltar en los charcos. - le respondió su madre con una sonrisa.

Rony se resignó y comenzó a ayudar a su hermano, mientras su mente seguía volando hacia las aventuras que le esperaban en la lluvia. Finalmente, tras unas horas, terminaron la tarea.

- ¡Listo! - exclamó su hermano, emocionado. - Ahora podemos salir a jugar. ¡Vamos!

- ¡Sí! - gritó Rony, lleno de energía.

Ambos hermanos salieron corriendo, sintiendo las gotas de lluvia caer sobre su pelaje. Se lanzaron a los charcos con risas interminables, chapoteando y sintiendo la libertad que solo puede dar un día de lluvia. Mientras saltaban, una escurridiza sombra pasó volando.

- ¡Mirá, es un pato! - dijo Rony. - ¡Qué raro verlo aquí!

Un pato, de plumas brillantes y un curioso sombrero de paja, aterrizó cerca de ellos.

- ¡Hola, pequeños! - saludó el pato con una voz alegre. - Soy Canto y he venido a recaudar historias de este mágico día de lluvia. ¿Ustedes tienen alguna?

Rony y su hermano miraron entre ellos, emocionados.

- ¡Sí! - dijo Rony, tomando la iniciativa. - Hoy ayudamos en casa y luego vinimos a jugar en la lluvia. ¡Es lo mejor! Pero... siempre soñé con conocer a alguien que ama la lluvia tanto como yo.

- Lo amo incluso más - afirmó Canto mientras se acomodaba el sombrero. - La lluvia trae magia a todo. ¿Sabían que cada gota tiene una historia que contar?

- ¡Qué increíble! - exclamó el hermano de Rony, con los ojos brillantes.

Canto se sentó sobre un tronco y comenzó a narrar historias de gotitas que recorrían ríos y océanos, de nubes que danzaban en el cielo y de arcoíris que se formaban después de la tormenta.

- ¡Siempre hay algo que aprender! - continuó Canto. - La lluvia no solo refresca la tierra, también hace crecer las flores y alimenta a los animales.

- Nunca lo había pensado así. - murmuró Rony, reflexionando sobre la importancia de la lluvia.

De repente, la lluvia comenzó a caer con más fuerza. Rony y su hermano miraron a Canto, nerviosos.

- ¡No se preocupen! - dijo el pato con calma. - La lluvia puede ser intensa, pero también es hermosa. ¡Vamos a bailar!

Y así, los tres se pusieron a bailar bajo la lluvia, sintiendo cómo las gotas los envolvían en un abrazo fresco y agradable. Fue un momento de pura alegría, lleno de risas y chapoteos.

Cuando la lluvia finalmente cesó, Rony miró al cielo, todavía cubierto por algunas nubes.

- Gracias, Canto. - dijo Rony, con una gran sonrisa. - Nunca imaginé que un día lluvioso podría ser tan especial. Aprendí mucho hoy.

- Todos podemos aprender de la lluvia. - respondió Canto, levantándose para volar. - Solo hay que tener los ojos abiertos y el corazón dispuesto.

Rony y su hermano despidieron a Canto mientras regresaban a casa, por dentro, sintiéndose más grandes e inspirados. Desde ese día, Rony no solo vio la lluvia como el momento perfecto para descansar, sino como el mágico puente que conecta historias, sueños y aprendizajes.

Y así, en cada lluvia que llegaba a Villa Nublada, Rony ya no se quedaba sentado frente a la ventana. Ahora, cada día lluvioso era una nueva aventura esperando a ser vivida.

FIN.

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