El mágico lago de la amistad



En un hermoso bosque, lleno de árboles altos y flores de colores, vivía una niña llamada Lila. Ella era curiosa y soñadora, y pasaba sus días explorando cada rincón del bosque. Un día, mientras caminaba, escuchó un rumor del agua que la llevó hasta un lago cristalino.

"¡Qué hermoso lugar!" - exclamó Lila, asombrada por el brillo del sol sobre las aguas.

Al acercarse al lago, notó que había un enorme oso sentado a la orilla, mirando el agua. Lila sintió un poco de miedo, pero su curiosidad pudo más.

"Hola, oso, ¿qué haces aquí?" - preguntó Lila con una voz temblorosa.

El oso levantó la mirada y le respondió con dulzura.

"Hola, pequeña. Solo estoy disfrutando del atardecer y soñando con aventuras. Soy Bruno, el guardián del lago."

Lila se acercó un poco más, reconociendo que el oso no era un peligro, sino un amigo potencial.

"Yo soy Lila. Me encanta explorar. ¿Tienes alguna aventura que contar?"

Bruno sonrió y comenzó a relatarle historias de animales del bosque que había protegido y de cómo el lago había visto crecer a muchos de ellos.

Pero, de repente, el cielo se oscureció un poco y una suave brisa llevó consigo el dulce aroma de las flores. Lila notó un brillo en la superficie del lago.

"¿Qué es eso?" - preguntó, intrigada.

De las aguas surgió un hada pequeña, con alas brillantes que parecían hechas de cristal.

"Soy Luz, el hada del lago. He estado observando tu amabilidad y curiosidad, Lila. Necesitamos tu ayuda" - dijo el hada con una voz melodiosa.

Lila se sintió emocionada.

"¿Yo? ¿En qué puedo ayudar?"

"El agua del lago está empezando a secarse. Un hechizo maldito ha robado la alegría de los bosques y de sus criaturas. Solo quien tenga un corazón puro y la valentía para enfrentar sus miedos puede romperlo" - explicó Luz.

Bruno miró a Lila con confianza.

"Ben, un duende travieso, ha escondido la llave que libera el lago. Si llegas a su escondite y lo ayudas a aprender a compartir, el hechizo se romperá."

Lila asintió, lista para la aventura.

"¿Dónde está Ben?" - preguntó con determinación.

Luz con un movimiento de sus manos, dejó ver un camino plateado que se adentraba en el bosque.

"Síguelo y te llevará a él. Pero ten cuidado, Ben puede ser travieso y esconde sus tesoros."

Lila y Bruno comenzaron a seguir el sendero que los guiaba hacia la casa de Ben. Pronto, encontraron una cueva brillante y exteriormente quien observaba desde entre los arbustos.

"¡Hola, Lila!" - gritó Ben apareciendo de repente.

"¡Por favor, no me asustes!" - respondió Lila, un poco asustada por su aparición.

"¿Por qué vienes aquí?" - preguntó el duende, con una sonrisa traviesa en su cara.

"Venimos a ayudarte a compartir tus tesoros, así el lago volverá a brillar como antes." - dijo Lila sin dudar.

Ben frunció el ceño.

"¿Compartir? ¡Yo no quiero!"

"Pero, mira tus tesoros; ellos son hermosos y sería genial que otros puedan disfrutar de ellos también. Te haría sentir feliz ver a tus amigos felices, Ben" - le dijo Lila con dulzura.

El duende se quedó pensando, luego miró a Bruno y a Lila.

"Está bien, creo que podría intentar compartir un poco. Pero, ¿cómo empiezo?"

"¡Hagamos una gran fiesta aquí en el bosque!" - sugirió Bruno emocionado.

Con paciencia y trabajo en equipo, Lila, Bruno y Ben comenzaron a preparar la fiesta. Lila decoró con flores, Bruno trajo frutas del bosque y Ben diseñó sombreros divertidos.

Cuando todo estuvo listo, invitaron a todos los animales del bosque. Al final del día, el lago comenzó a brillar de nuevo, reflejando la felicidad y la alegría que compartieran con todos.

"¡Lo logramos!" - gritaron juntos.

Y así, Lila, Bruno y Ben se convirtieron en grandes amigos. El lago volvió a ser un lugar mágico donde todos podían compartir y disfrutar cada rincón del bosque.

"Nunca olvides, Lila, la verdadera magia está en la amistad y en compartir con los demás." - concluyó Luz, sonriendo desde el lago.

Y así, cada día, Lila continuó explorando el bosque, siempre recordando la aventura que vivió y cómo un simple acto de compartir puede traer alegría a todos, grandes y pequeños.

Desde entonces, el lago nunca volvió a secarse y siempre estaba lleno de risas, juegos y nueva amistad.

"La amistad es una magia que siempre hay que cuidar" - murmuró Lila en una noche estrellada mientras soñaba con nuevas aventuras.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!