El mágico mundo de la imaginación
Era un día soleado en el parque de la ciudad, y todos los niños jugaban felices. Entre risas y carreras, había un grupo de chicos jugando a la pelota, mientras otros disfrutaban de un juego de la cuerda. Sin embargo, en un rincón del parque, había una niña llamada Valentina que miraba desde su silla de ruedas.
"¡Quiero jugar!"- pensó Valentina, sintiendo que su corazón quería volar como los pájaros que veían en el cielo.
Un día, mientras observaba a sus amigos jugar, una mariposa de colores brillantes se posó en su regazo.
"Hola, Valentina. Soy Lila, la mariposa. He sentido tu tristeza y quiero ayudarte a jugar"- dijo la mariposa con una voz melodiosa.
Valentina, sorprendida, sonrió y le respondió:"¿Pero cómo? No puedo correr ni saltar como ellos"-.
Lila, al escucharla, le dijo:"Tienes algo que ellos no tienen. Una imaginación poderosa. ¡Vamos a jugar con ella!"-.
Intrigada, Valentina preguntó:"¿Y cómo lo hacemos?"-.
"CiERRA los ojos y piensa en el lugar más mágico que puedas imaginar"- le indicó Lila. Y así lo hizo. Con los ojos cerrados, comenzó a visualizar un jardín encantado lleno de flores brillantes, árboles altos y un lago de agua cristalina.
Al abrir los ojos, se dio cuenta de que estaba en el jardín de sus sueños, rodeada de criaturas fantásticas, como duendes y hadas.
"¡Esto es increíble!"- gritó Valentina, desbordando de alegría.
"Y aquí también se juega, Valentina"- dijo Lila. "Puedes correr, saltar y explorar todo lo que quieras"-.
Valentina miró sus brazos. "Pero no puedo correr, estoy en mi silla de ruedas"-.
"No te preocupes, aquí, puedes hacerlo con tu imaginación. Imagínate rodando por el campo, sintiendo el aire en tu cara. ¡Acompáñame!"- invitó Lila, volando frente a ella.
Valentina comenzó a girar su silla, sintiendo que cada vuelta la llevaba a otro lugar del jardín. "¡Soy una aventurera!"- dijo riendo mientras se sumergía en sensaciones nuevas, llenas de colores y luz.
En sus recorridos, Valentina encontró a otros niños de su imaginación, que también jugaban sin barreras. Un niño con alas en sus espaldas le sonrió.
"¡Hola! Soy Nico. ¿Quieres volar conmigo?"-.
Valentina exclamó:"¡Sí!"- y, mientras giraba su silla, imaginó que volaba junto a Nico entre las nubes.
"¿Ves? ¡El cielo es nuestro!"- gritaba Nico, mientras Valentina reía, sintiéndose más libre que nunca.
De repente, comenzaron a notar que muchos niños en el parque real los observaban. Algunos se acercaron con curiosidad.
"¿Qué están haciendo?"- preguntó una niña llamada Sofía, sorprendida.
Valentina se sintió un poco tímida, pero Lila la animó. "Cuéntales de tu jardín mágico, Valentina. ¡Invítalos a ver lo que tú ves!"-.
Valentina, con una sonrisa radiante, les dijo:"Estamos en un jardín mágico donde les podemos mostrar que todos pueden jugar, incluso desde aquí"-.
Los niños, intrigados, se acercaron. "¿De verdad?"- dijo Sofía."Yo quiero ver también"-.
"Cierren los ojos y piensen en lo que más les gustaría hacer. Juntos, volamos en nuestras mentes"-, les explicó Valentina entusiasmada.
Así, poco a poco, los otros niños comenzaron a unirse. Cada uno cerró los ojos y dejó volar su imaginación, abriendo un mundo lleno de aventuras.
De pronto, reían, corrían y jugaban en el inmenso jardín. Todos estaban felices, sintiéndose como si realmente estuvieran volando o corriendo con fuerza.
"¡Esto es increíble!"- exclamó Nico."Nunca pensé que podría jugar así"-.
La tarde pasó volando y Valentina vio cómo sus amigos se unían a su mágico mundo. Se dio cuenta de que no necesitaba una pelota o correr para jugar; su imaginación era la clave que abría puertas.
Cuando el sol empezó a ocultarse, Lila, la mariposa, se acercó a Valentina.
"Te lo dije, Valentina. Siempre podrás jugar, no importa la forma en que tu cuerpo te lo permita"-.
Valentina sonrió y miró a sus nuevos amigos. "Hoy aprendí que la imaginación puede ser más poderosa que cualquier límite físico"-.
A veces, solo hace falta un poco de magia dentro de uno mismo para hacer de un día ordinario un día especial. Desde ese día, Valentina no solo jugaba en su mundo mágico, sino que invitaba a todos a unirse, creando un parque lleno de risas e historias por contar.
Y así, Valentina, la niña de la silla de ruedas, se convirtió en una hermosa narradora de cuentos, siempre recordando que no hay nada que impida soñar, jugar y ser feliz con amigos, en cualquier lugar del mundo.
FIN.