El mágico mundo de las frutas


Había una vez un niño llamado Pablo, que encontraba muy aburridas las frutas. Siempre prefería comer dulces y golosinas llenas de colores brillantes.

Pero un día, su mamá le dijo: "Pablo, es importante que comas frutas todos los días. Son saludables y te ayudarán a crecer fuerte y sano". Pablo hizo una mueca y respondió: "¡Las frutas son aburridas! No tienen nada de divertido".

Su mamá sonrió y le dijo: "Pablo, las frutas también pueden ser divertidas si las miras con otros ojos. Vamos a descubrirlo juntos". Esa tarde, Pablo se sentó en la mesa de la cocina mientras su mamá preparaba algunas brochetas de frutas.

Observó cómo ella cortaba trozos de sandía roja, piña amarilla y uvas moradas para ensartarlos en palitos. Curioso por ver qué estaba haciendo su mamá, Pablo preguntó: "-¿Qué estás haciendo?". Su mamá respondió con una sonrisa: "-Estoy haciendo unas brochetas de frutas para merendar.

¿Quieres ayudarme?"Pablo se encogió de hombros pero decidió darle una oportunidad a las aburridas frutas. Cogió un palito y comenzó a ensartar pedazos de fresa roja en él.

Al hacerlo, notó el vibrante color rojo de las fresas y pensó que era similar al color del fuego. "-Mamá", exclamó emocionado, "-¡estoy construyendo mi propia antorcha!". Su mamá rió y asintió. "-¡Así es, Pablo! Las fresas pueden ser como pequeñas antorchas llenas de sabor".

Animado por su descubrimiento, Pablo continuó ensartando pedazos de plátano amarillo en otro palito. Al ver el color dorado brillante del plátano, se le ocurrió una idea. "-Mamá", gritó entusiasmado, "-¡estoy haciendo un rayo de sol!"Su mamá aplaudió y dijo: "-Exactamente, Pablo.

El plátano puede ser como un rayo de sol dulce y delicioso". Luego, Pablo decidió agregar trozos de kiwi verde a otra brocheta.

Observando el intenso color verde del kiwi, pensó que era similar al color de las hojas en primavera. "-Mamá", exclamó emocionado nuevamente, "-¡estoy creando un árbol mágico!". Su mamá sonrió y respondió: "-Eso es genial, Pablo. El kiwi puede ser como las hojas frescas y verdes de un árbol".

Pablo siguió ensartando diferentes frutas en palitos y cada vez descubría nuevas formas divertidas e interesantes para verlas. Usaba uvas moradas como globos imaginarios y rodajas de naranja como ruedas veloces.

Al finalizar las brochetas, Pablo se sentía emocionado por probar su obra maestra llena de colores vivos y sabores jugosos. Cuando dio el primer mordisco a su brocheta de frutas multicolor, sus ojos se iluminaron con alegría. Descubrió que las frutas podían ser divertidas y deliciosas al mismo tiempo.

Desde ese día, Pablo dejó de ver las frutas como aburridas. Comenzó a explorar diferentes combinaciones de sabores y colores en sus brochetas.

Además, compartía sus creaciones con sus amigos en el colegio, quienes también comenzaron a disfrutar de las frutas de una manera divertida. Así fue como Pablo aprendió que las frutas no solo son saludables, sino también emocionantes y llenas de posibilidades.

A partir de entonces, cada vez que veía una fruta, imaginaba cómo podría convertirla en algo diferente y emocionante. Y así termina nuestra historia: con un niño llamado Pablo que descubrió la magia escondida en las aburridas frutas y se convirtió en un verdadero artista culinario.

Desde aquel día, nunca más volvió a pensar que las frutas eran aburridas porque había aprendido que ellas también pueden ser parte de su mundo lleno de diversión y creatividad.

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