El Mágico Ordenador


Había una vez una escuela llamada "La Alegría", donde los estudiantes de tercer grado eran muy traviesos y desordenados. El aula siempre estaba patas para arriba, con papeles tirados por todos lados y lápices esparcidos por el suelo.

La maestra, la señorita Ana, intentaba mantenerlo limpio y ordenado, pero parecía una tarea imposible. Un día, la señorita Ana tuvo una idea brillante. Decidió contarles a sus alumnos la historia del "Mágico Ordenador".

Todos se sentaron en sus sillas expectantes y emocionados por lo que iban a escuchar. "Había una vez un pequeño duendecillo llamado Filiberto que vivía en un bosque encantado.

Aunque era muy pequeño, tenía un gran poder: podía hacer que todo estuviera ordenado con solo tocarlo". Los ojos de los estudiantes se abrieron como platos mientras imaginaban al duendecillo mágico. "Un día, Filiberto decidió visitar nuestra escuela "La Alegría" porque había oído hablar de lo desordenada que estaba el aula de tercer grado.

Al llegar al salón, quedó sorprendido por el caos que reinaba allí". Todos los niños miraron a su alrededor y se dieron cuenta de lo desordenado que estaba su propio salón.

"Filiberto decidió ayudarnos y comenzó a tocar cada objeto del salón. Con solo tocarlos, ¡todo volvía a su lugar! Los lápices volaban hacia las cajas, las hojas se organizaban solas en los cuadernos y las sillas se acomodaban en sus mesas".

Los niños imaginaron cómo todo volvía a su lugar con solo un toque del duendecillo. "Pero, Filiberto tenía una condición: solo podía mantener el orden si los estudiantes de tercer grado prometían mantenerlo también. Si dejábamos el salón desordenado otra vez, su magia desaparecería".

Todos los alumnos se miraron entre sí y asintieron con determinación. "Desde ese día, nuestros compañeros de otros grados comenzaron a notar el cambio. Ellos también querían tener un salón tan ordenado como el nuestro.

Y así, poco a poco, todo la escuela "La Alegría" se convirtió en un lugar limpio y organizado". Los estudiantes aplaudieron emocionados al imaginar cómo sería su escuela completamente ordenada. "Y ahora, queridos alumnos, depende de ustedes mantener la magia del Mágico Ordenador viva.

Recuerden siempre poner cada cosa en su lugar y trabajar juntos para mantener nuestro aula limpio y ordenado", concluyó la señorita Ana. A partir de ese día, los estudiantes de tercer grado tomaron conciencia de la importancia del orden.

Cada uno se comprometió a hacer su parte para mantener el salón limpio y organizado. Juntos trabajaron como equipo para lograrlo.

Con el tiempo, "La Alegría" se convirtió en una escuela ejemplar donde todos los estudiantes aprendieron que el orden no solo hace las cosas más fáciles de encontrar, sino que también genera armonía y bienestar en el ambiente escolar.

Y así fue como gracias al Mágico Ordenador y al compromiso de los estudiantes de tercer grado, la escuela "La Alegría" se transformó en un lugar donde el orden reinaba y todos los niños podían aprender y divertirse sin distracciones.

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