El mágico viaje de Lucas y los Números
Era un día soleado en el Jardín de Infantes ''Pequeños Exploradores'', donde todos los niños estaban listos para un nuevo día lleno de enseñanzas y aventuras. Lucas, un niño viudo con un alegre corazón, estaba emocionado pero un poco nervioso. Hoy era el día en que todos aprenderían sobre los números.
- “¡Hola, Lucas! ¿Estás listo para la clase de hoy? ” - le preguntó su compañerito Tomi, mientras jugaban con los bloques de colores.
- “Sí, pero tengo un poco de miedo. A veces los números se me escapan de la cabeza.” - contestó Lucas, mirando los bloques con desconfianza.
- “No te preocupes, ¡aquí estamos todos para ayudarnos! ” - le dijo Tomi con una sonrisa.
Cuando llegó la hora, la maestra Valeria entró al aula con una gran sonrisa.
- “¡Buen día, chicos! Hoy vamos a hacer una aventura numérica. Vamos a viajar al País de los Números Mágicos! ” - anunció entusiasmada.
Los niños se emocionaron al escuchar eso.
- “¿Un país de números? Suena increíble! ” - dijo Mina, con ojos brillantes.
La maestra Valeria les explicó que tendrían que contar y resolver diferentes desafíos para llegar al tesoro escondido de los números. ¡Era todo un juego! Entonces, comenzaron la aventura con cada uno de ellos a su manera.
Al llegar al primer desafío, se encontraron con un río lleno de números flotantes en el agua.
- “Para cruzar, necesitamos contar cuántos números hay en total,” - explicó Valeria.
- “Pero, ¿cuántos somos nosotros que contamos? ” - preguntó Lucas. La maestra sonrió y respondió:
- “Contemos juntos. Todos pueden ayudar, ¿verdad? ”
- “¡Sí! ” - gritaron los niños. Así que empezaron a contar, señalando cada número en el río.
Uno, dos, tres, cuatro…
Mientras contaban, Lucas empezó a sentirse más seguro.
- “¡Cinco! ¡Seis! ” - gritó Lucas, saltando de alegría al llegar al número siete.
- “¡Genial, Lucas! ¡Lo logramos! ” - lo animó Tomi.
Después de cruzar el río, llegaron al Bosque de las Sumitas. Allí, se encontraron con un árbol gigante que hablaba.
- “Para pasar, deben sumar los números que están en mi tronco,” - dijo el árbol con voz profunda.
- “¡Ay, no se sumar! ” - exclamó Lucas, un poco angustiado.
- “No te preocupes, Lucas. Podemos hacer esto juntos. ¡Sumemos! ” - le dijo Mina, mostrando su dedo para ayudarle a contar.
Los niños empezaron a sumar y a ayudar a Lucas a entender.
- “Estamos aquí para ayudarte, ¡sólo confía en ti mismo! ” - lo alentaron. Y así, ¡pudieron sumar!
Finalmente, llegaron a la montaña de los retos. Allí, había un dragón que protegía el tesoro de los números.
- “¡Para entrar, deben resolver un misterio numérico! ” - rugió el dragón.
- “Uh-oh, ¿y si no puedo? ” - murmuró Lucas, sintiéndose un poco abrumado.
- “¡No te preocupes! ¡Así como lo hicimos en el río y el bosque, podemos resolver esto juntos! ” - le dijo Tomi.
- “Sí, ¡unidos seremos más fuertes! ” - agregó Mina. Entonces, sumaron todos sus conocimientos, cada uno aportando su parte, y resolvieron el misterio del dragón.
- “¡Perfecto! ¡Pueden pasar! El tesoro está esperándolos,” - dijo el dragón, abriendo el camino.
Al llegar, encontraron un baúl brillante lleno de números dorados y sorpresas.
- “¡Lo logramos! ” - gritaron todos, abrazando a Lucas.
- “Sí, gracias a ustedes me sentí más seguro para contar y sumar. ¡Son los mejores amigos que podría tener! ” - dijo Lucas, sonriendo radiante.
Y así, a través de la aventura, Lucas descubrió que contar y sumar podía ser divertido, ¡y que no había nada mejor que hacerlo con amigos!
Desde aquel día, Lucas se volvió un experto en números, y cada vez que enfrentaba un nuevo desafío, recordaba que podía contar siempre con el apoyo de sus amigos.
- “¿Listos para otra aventura? ” - dijo Lucas, emocionado.
- “¡Siempre! ” - respondieron todos, listos para seguir explorando juntos.
FIN.