El mágico viaje de Sofía y el arcoíris
Sofía era una niña muy curiosa que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos. Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, encontró un objeto extraño: un pequeño arcoíris en miniatura. Sofía lo sostuvo en su mano y, de repente, el arcoíris empezó a brillar.
"-¡Hola! Soy Arcoíris, el guardián de la alegría!" exclamó con una voz suave y melodiosa. Sofía, sorprendida, lo miró con asombro.
"-¿Un arcoíris que habla? ¡Qué increíble!" contestó Sofía.
"-Sí, y necesito tu ayuda. La magia de los colores se ha desvanecido y sólo un corazón valiente puede ayudarme a recuperarlos. ¿Te gustaría venir conmigo?" propuso Arcoíris.
"-¡Claro! ¡Me encantaría!" respondió Sofía, llena de emoción.
En un parpadeo, Sofía se encontró en un mundo lleno de colores vibrantes y paisajes mágicos. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que el lugar estaba desolado. Los árboles estaban secos, las flores marchitas y los animales tristes.
"-¿Qué ha pasado aquí?" preguntó Sofía.
"-El color se ha ido porque la gente ha olvidado lo que significa compartir y ayudar a los demás. Necesitamos encontrar los colores que se han dispersado a través de los rincones de este mundo. Cada color representa una emoción especial y un valor importante," explicó Arcoíris.
Sofía decidió comenzar su búsqueda. Juntos, volaron a un bosque donde, según Arcoíris, se encontraba el color rojo.
"-¡Mirá!" señaló Arcoíris, "ese árbol solitario se ha marchitado. El rojo simboliza la valentía y la alegría de ayudar a los otros. Necesitamos que alguien cuente una historia de valentía para recuperar este color."
Sofía se acercó al árbol y, con su voz clara, comenzó a contar la historia de su valiente abuelo, quien había salvado a su perro de un incendio. A medida que contaba, el árbol comenzó a reverdecer y al poco tiempo se cubrió de un rojo brillante. ¡El color había vuelto!"-¡Lo logramos!" exclamó Arcoíris. "Ahora, busquemos el color azul, que representa la paz y la amistad."
Caminaron hasta un lago donde los patos se peleaban. Sofía, recordando la importancia de la amistad, decidió intervenir.
"-¡Esperen!" gritó. "¿Por qué pelean? ¡Podrían jugar juntos! Hagan una carrera al otro lado del lago!" Los patos, sorprendidos por su propuesta, se miraron entre sí y empezaron a negociar. Al final, acordaron hacer la carrera, y mientras corrían, el lago comenzó a brillar de un hermoso azul.
"-¡Fantástico! Ahora sí podemos buscar el siguiente color: el amarillo, que representa la felicidad. Vamos a una pradera llena de flores," propuso Arcoíris.
En la pradera, los canguros estaban tristes porque no sabían como divertirse. Sofía, recordando cómo se divertía con sus amigos, les enseñó a jugar a atrapar. Con risas y saltos, todos los canguros comenzaron a jugar, y un brillante amarillo iluminó la pradera.
"-Esto es increíble, Sofía. Me emocionas! Ahora solo nos queda un color: el verde, que simboliza el amor y el respeto por la naturaleza," dijo Arcoíris.
Buscaron el verde en un campo de flores donde una tortuga no podía encontrar cómo regresar a su hogar. Sofía se agachó, y conociendo la importancia del respeto, le dijo:
"-No te preocupes, yo te ayudo a volver a casa. Todos los seres vivos necesitamos ayuda a veces."
Sofía tomó de la mano a la tortuga y, juntos, hicieron el recorrido hasta su hogar. Al llegar, un verde radiante cubrió el campo, llenándolo de vida.
"-¡Lo hemos logrado! Cada color ha regresado gracias a tu valentía, al valor de la amistad y la importancia de cuidar a quienes nos rodean. Ahora, el mundo está lleno de colores nuevamente!" exclamó Arcoíris.
Sofía sonrió, contenta con todo lo que habían aprendido. Se despidió de Arcoíris y regresó a su casa, sintiéndose más fuerte y llena de amor.
Desde ese día, Sofía supo que cada pequeño gesto de bondad y amistad podía transformar el mundo a su alrededor. Y así fue como una niña y un arcoíris mágico enseñaron también a su pueblo sobre la alegría, la amistad, y el respeto, trayendo colores a sus vidas.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.