El mago confiado



Había una vez un pequeño mago llamado Tomás. Aunque era muy joven, tenía un gran talento para la magia y soñaba con convertirse en el mejor mago del mundo.

Pero había un problema: no tenía los objetos mágicos necesarios para realizar sus trucos. Un día, mientras paseaba por el mercado de su pueblo, Tomás encontró una tienda de objetos mágicos. Entró emocionado y vio una barita brillante, un sombrero mágico, unos zapatos voladores y una capa invisible.

Sabía que estos objetos eran exactamente lo que necesitaba para cumplir su sueño. El dueño de la tienda se acercó a él y le dijo: "Estos objetos son muy poderosos, pero solo funcionarán si los usas correctamente".

Tomás asintió emocionado y compró todos los objetos. Al llegar a casa, Tomás comenzó a practicar con su nueva barita. Intentó hacer aparecer flores de colores, pero nada sucedió. "Debe haber algo mal", pensó frustrado.

Decidió probar con el sombrero mágico. Puso dentro un conejo de juguete y gritó: "¡Abracadabra!". Pero el conejo seguía allí sin moverse. Tomás estaba desilusionado. Entonces decidió ponerse los zapatos voladores y volar por los cielos como siempre había imaginado.

Se subió a la ventana más alta de su casa y saltó al vacío... pero cayó pesadamente al suelo sin volar ni un centímetro. Tomás estaba triste y confundido.

¿Por qué ninguno de sus nuevos objetos mágicos funcionaba? Se sentó en el suelo, desanimado, y se puso la capa invisible. "Tal vez si soy invisible, nadie notará mi decepción", pensó. De repente, escuchó una risa desde el otro lado de la habitación.

Era su hermana menor, Sofía. Ella siempre había admirado a Tomás y estaba emocionada por ver todos los objetos mágicos que había comprado.

Sofía se acercó a él y preguntó: "¿Por qué estás triste, Tomás?" Él le contó todo lo que había intentado hacer con los objetos mágicos y cómo ninguno de ellos funcionaba. Sofía sonrió y dijo: "¡No te preocupes! Tal vez solo necesitas un poco de ayuda". Tomás la miró confundido.

Entonces Sofía tomó la barita brillante y dijo: "Tomás, tú eres el mago más talentoso del mundo. Solo debes creer en ti mismo". Y con un movimiento de la barita, hizo aparecer una flor en sus manos. Tomás quedó impresionado.

Su hermana tenía razón; lo único que le faltaba era confiar en sí mismo. Rápidamente tomó el sombrero mágico y gritando "¡Abracadabra!", hizo aparecer una paloma blanca voladora.

Emocionado por sus logros, Tomás decidió usar los zapatos voladores para dar un paseo por el pueblo mientras llevaba puesta su nueva capa invisible. Todos lo miraban asombrados al verlo flotar en el aire sin explicación aparente.

Desde ese día, Tomás comprendió que no eran los objetos mágicos los que le daban poder, sino su propia confianza y determinación. Siguió practicando y mejorando sus habilidades mágicas, pero siempre recordó que lo más importante era creer en sí mismo.

Y así, el pequeño mago Tomás se convirtió en el mago más famoso del mundo, cautivando a grandes y chicos con sus increíbles trucos.

Y todo gracias a la ayuda de su hermana Sofía y a la valiosa lección que aprendió: el verdadero poder de la magia está dentro de cada uno de nosotros.

FIN.

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