El mago de la duplicación y la generosidad



Había una vez en un lejano reino mágico, un mago llamado Esteban que tenía la increíble habilidad de duplicar cosas con solo chasquear los dedos.

Esteban era conocido por su generosidad y siempre ayudaba a los demás con sus poderes mágicos. Un día, mientras paseaba por el bosque encantado, Esteban escuchó unos llantos provenientes de detrás de unos arbustos. Al acercarse, descubrió a un pequeño duende llamado Tito que estaba muy triste porque había perdido su varita mágica.

"¿Qué te sucede, amigo duende? ¿Cómo puedo ayudarte?" preguntó Esteban con amabilidad. Tito explicó que sin su varita mágica no podía realizar sus trucos y se sentía incompleto.

Esteban, con una sonrisa en el rostro, decidió usar su poder para duplicar la varita mágica de Tito y así devolvérsela. "¡Oh, muchísimas gracias, querido mago! ¡Eres realmente increíble!" exclamó Tito emocionado al ver su varita duplicada.

Esteban se alegró al ver la felicidad del pequeño duende y juntos decidieron explorar más el bosque encantado. Mientras caminaban, encontraron a una hada preocupada porque se le habían acabado las pociones curativas que usaba para sanar a los animales heridos del bosque.

Sin dudarlo ni un segundo, Esteban ofreció duplicar las pociones curativas de hada para que pudiera seguir cuidando a los animalitos enfermos. La hada no podía creer tanta bondad y generosidad en el mago.

"¡Gracias infinitas por tu ayuda! Eres un verdadero héroe para todos nosotros", expresó el hada con gratitud. A medida que avanzaban por el bosque, más criaturas mágicas se acercaban a Esteban en busca de ayuda.

El mago duplicaba alimentos para los gnomos hambrientos, juguetes para los elfos traviesos e incluso corazones brillantes para las hadas enamoradas. Pero lo más importante es que enseñaba a cada uno de ellos la importancia de compartir y ser amables con los demás.

Les recordaba que la verdadera magia estaba en hacer felices a quienes nos rodeaban y en trabajar juntos para construir un mundo mejor. Al final del día, cuando el sol comenzaba a esconderse en el horizonte, todas las criaturas mágicas se reunieron alrededor de Esteban para mostrarle su cariño y gratitud.

El mago sonreía feliz al ver sus rostros iluminados por la alegría y la solidaridad compartida.

"Recuerden siempre que la verdadera magia está en ustedes mismos: en sus corazones bondadosos y en sus acciones generosas hacia los demás", les dijo Esteban antes de despedirse con un cálido abrazo colectivo. Y así, gracias al poder del mago Esteban y a su nobleza sin igual, el bosque encantado se llenó de amor incondicional y compañerismo entre todas las criaturas mágicas que lo habitaban.

Porque entendieron que no importa cuántas veces algo sea duplicado materialmente; lo verdaderamente valioso es compartirlo desde lo más profundo del alma.

FIN.

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