El mago de las calabazas reparadoras


Había una vez un niño llamado Manu, que tenía cinco años y un hermoso pelo rizado. A Manu le encantaban las calabazas y Halloween, así que siempre estaba buscando formas divertidas de celebrar esta festividad.

Un día, en el jardín de infantes, la maestra les dijo a los niños: "Mañana vamos a hacer una actividad especial para Halloween. Cada uno debe traer su propia calabaza para decorarla".

Manu saltó de alegría al escuchar esto y no podía esperar para encontrar la calabaza perfecta. Al llegar a casa, Manu corrió hacia su mamá y le contó sobre la actividad en el jardín de infantes.

"Mamá, ¿puedes llevarme a comprar una calabaza? Quiero encontrar la más grande y redonda", dijo emocionado. Su mamá sonrió y aceptó llevarlo al mercado de agricultores al día siguiente. Al día siguiente, Manu fue al mercado con su mamá.

Caminaron por los puestos llenos de frutas y verduras hasta que finalmente encontraron un montón de hermosas calabazas naranjas. Había grandes, pequeñas e incluso algunas con formas extrañas. Manu buscaba entre las pilas de calabazas hasta que encontró una perfecta. Era grande, redonda y tenía un tallo verde muy largo.

"¡Esta es la mía!", exclamó entusiasmado mientras levantaba la calabaza en sus brazos. De regreso en casa, Manu colocó su preciosa calabaza sobre una mesa en el patio trasero.

Tomó pintura naranja brillante y comenzó a decorarla con caritas sonrientes y ojos curiosos. Mientras pintaba, Manu imaginaba cómo se vería su calabaza en el jardín de infantes. Al día siguiente, Manu llegó al jardín de infantes con su calabaza decorada.

Todos los niños estaban emocionados por mostrar sus creaciones. La maestra colocó las calabazas en una mesa y les pidió a todos que se sentaran alrededor para admirarlas.

Cuando llegó el turno de Manu, él levantó orgullosamente su calabaza y dijo: "¡Miren mi calabaza! Tiene una sonrisa gigante y ojos muy divertidos". Todos los niños aplaudieron y dijeron lo hermosa que era la calabaza de Manu. Pero entonces, algo inesperado sucedió.

Un niño llamado Lucas accidentalmente tropezó y chocó contra la mesa donde estaban las calabazas. Todas cayeron al suelo y se rompieron en pedazos. Los niños comenzaron a llorar porque sus obras de arte habían sido arruinadas. Manu miró tristemente las calabazas rotas, pero luego tuvo una idea brillante.

"¡Esperen!", exclamó mientras buscaba entre los pedazos rotos de las calabazas. Tomando un poco de pegamento, comenzó a unir cuidadosamente los fragmentos. Los demás niños observaron con asombro mientras Manu intentaba arreglar todas las calabazas rotas.

Al final, logró reparar casi todas ellas, aunque algunas tenían pequeñas imperfecciones. La maestra estaba impresionada por la determinación y el espíritu de Manu.

"Manu, has demostrado una gran habilidad para solucionar problemas y ayudar a los demás", dijo con orgullo. Todos los niños aplaudieron y felicitaron a Manu por su valentía. Desde ese día, todos en el jardín de infantes comenzaron a llamar a Manu "El mago de las calabazas".

Y cada Halloween, Manu se aseguraba de decorar las calabazas del jardín con mucho cuidado y amor. Este cuento nos enseña que no importa si algo se rompe o sale mal, siempre podemos encontrar una manera de arreglarlo y hacerlo especial.

Además, nos muestra la importancia de ser amables y ayudarnos mutuamente cuando alguien enfrenta dificultades. Y recuerda, ¡nunca subestimes el poder mágico de una calabaza!

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