El mago de los dragones
Había una vez un mago llamado Martín, que tenía un don especial: podía comunicarse con los dragones. Los dragones eran criaturas mágicas y temidas por los humanos, quienes solían cazarlos para obtener sus escamas y tesoros.
Martín sentía mucha tristeza al ver cómo los dragones sufrían a manos de los cazadores, así que decidió utilizar su habilidad para ayudarlos.
Un día, encontró un antiguo amuleto en el mercado de su pueblo, que le permitiría hablar directamente con los dragones. Con el amuleto en mano, Martín pronunció las palabras mágicas y se abrió un portal hacia el mundo de los dragones. Al cruzarlo, se encontró en un lugar desconocido lleno de coloridas montañas y ríos cristalinos.
Era el hogar de estos majestuosos seres. Al principio, los dragones desconfiaban del mago humano. Pero cuando Martín les habló en su propio idioma gracias al amuleto, ellos comprendieron que no era como los demás humanos.
El mago les contó sobre la persecución que sufrían por parte de las personas y prometió protegerlos. Los dragones aceptaron la ayuda de Martín y juntos comenzaron a planear cómo defenderse de aquellos que querían hacerles daño.
El mago utilizaba sus poderes para crear hechizos protectores alrededor del territorio dragoniano. Poco a poco, más dragones empezaron a confiar en Martín y se acercaron a él para aprender sobre la magia humana.
El mago les enseñaba trucos sencillos pero útiles, como crear fuego sin quemar nada o hacer pequeñas ilusiones. Martín también aprendía mucho de los dragones. Ellos le enseñaron a volar en sus lomos y a conocer los secretos del mundo mágico que habitaban.
Juntos, descubrieron cuevas escondidas llenas de tesoros y compartieron historias emocionantes. Un día, mientras exploraban una montaña, Martín y los dragones encontraron un grupo de cazadores furtivos que se acercaban al territorio dragoniano.
Sin dudarlo, el mago utilizó su magia para confundir a los cazadores y alejarlos del lugar. A medida que pasaba el tiempo, más humanos comenzaron a escuchar sobre la paz entre los dragones y el mago.
Algunos incluso viajaron hasta allí para aprender del respeto y la convivencia con estas criaturas mágicas. La historia de Martín se convirtió en un ejemplo para todos: humanos y dragones podían vivir juntos en armonía si se trataban con amor y respeto.
Gracias al valiente mago, los dragones ya no eran temidos ni cazados por aquellos que no entendían su belleza e importancia en el mundo. Y así, Martín siguió protegiendo a los dragones y aprendiendo de ellos durante muchos años más.
Su aventura había sido inspiradora para todos aquellos que habían tenido la oportunidad de conocerlo. La amistad entre humanos y dragones floreció gracias al valor y sabiduría del bondadoso mago llamado Martín.
FIN.