El Mago de Transilvania y el Gato Negro



Érase una vez, en un pequeño pueblo de Transilvania, donde el invierno pintaba todo de blanco y los copos de nieve danzaban en el aire. Vivía un joven mago llamado Elías, que soñaba con hacer grandes trucos de magia. Sin embargo, tenía un problemita: no siempre decía la verdad.

Un día, mientras paseaba por el mercado del pueblo, Elías se encontró con un hermoso gato negro.

"Hola, pequeño amigo. ¿Te gustaría acompañarme a aprender unos trucos de magia?" - le dijo, pensando que sería divertido tener un compañero. El gato lo miró con sus grandes ojos amarillos y respondió:

"¡Claro! Pero solo si prometés no decir mentiras. La verdad siempre es más mágica que cualquier truco.”

Elías, sintiéndose un poco avergonzado, asintió rápidamente.

"Lo prometo. ¡Tú y yo seremos el mejor equipo de magos!"

Los días pasaron y Elías, junto a su nuevo amigo, comenzó a practicar. Sin embargo, siempre que se presentaba una situación complicada, Elías adoptaba la manía de contar pequeñas mentiras.

"No tengo miedo de la tormenta..." - decía, mientras temblaba de frío.

"Mi magia es infalible..." - repetía, a pesar de que sus trucos a veces fallaban.

Una mañana, Elías decidió participar en un concurso de magia en el pueblo. El evento era muy esperado durante el invierno, y no quería decepcionar a sus amigos y familiares.

"Voy a hacer el truco más grande de todos: un espectáculo de fuegos artificiales con solo un chasquido de dedos,” - proclamó Elías, sabiendo que no tenía ni idea cómo hacerlo.

El gato negro, observando, decidió hacer algo.

"Elías, no deberías prometer algo que no puedes cumplir. La verdad te hará brillar aún más en el escenario.”

Elías desestimó al gato, decidido a seguir adelante con su gran promesa.

El día del concurso llegó y el escenario estaba lleno de espectadores. Cada mago presentó su acto, pero cuando fue el turno de Elías, se sintió muy nervioso. Con un gesto de su mano y un chasquido, esperó que algo impresionante sucediera. Pero sólo un par de chispas aparecieron, y el auditorio estalló en risas.

"¡Oh no! Yo quería ser impresionante..." - suspiró Elías.

"Lo que importa no es ser el mejor, sino ser honesto y fiel a tus habilidades,” - le dijo el gato, avisando que todo el mundo ya se había dado cuenta del error.

Deseando enmendar su error, Elías decidió improvisar una nueva actuación. Se volvió hacia el público con sinceridad.

"Queridos amigos, no soy perfecto. Quería hacer un truco maravilloso, pero no puedo, aún no he aprendido lo suficiente. Sin embargo, he traído algo que puedo compartir: mi deseo de mejorar! ”

Al decir esto, realizó un sencillo truco con cartas que había aprendido recientemente y, aunque fue pequeño, el acto fue recibido con cálidos aplausos.

El gato negro se sintió orgulloso.

"Ves, Elías. Al ser sincero, trajiste la magia de la verdad al escenario.”

Desde ese día, Elías cambió su perspectiva. Comprendió que no necesitaba ser el mago más impresionante, sino el mago más auténtico. Juntos, él y el gato negro continuaron haciendo magia, pero esta vez con la verdad como su principal aliado.

Así, entre risas, aciertos y nuevos aprendizajes, Elías se convirtió en un mago querido en su pueblo. Y el gato negro siempre estuvo a su lado, recordándole que la magia más poderosa de todas era ser sincero y creer en uno mismo.

FIN.

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