El Mago Equilibrado
En un rincón olvidado del mundo, había un mago llamado Ezequiel que soñaba con crear un mundo maravilloso. Tenía una varita mágica, la cual brillaba con colores vibrantes, y con un simple movimiento, podía dar vida a paisajes, árboles y animales. Pero Ezequiel no sabía que su varita tenía un poder mucho más profundo de lo que imaginaba.
Un día, decidió crear un hermoso bosque. "¡Con un toque aquí, y un giro allá!"-, murmuró mientras movía su varita de un lado a otro. De repente, aparecieron árboles altos y frondosos, y animales de todos los colores corrían felices por el campo. Ezequiel estaba extasiado.
Sin embargo, mientras miraba su creación con orgullo, decidió mover la varita hacia la derecha para agregar un río resplandeciente. Pero, al hacerlo, algo extraño sucedió. El bosque comenzó a perder su color y los árboles se secaban. "¿Qué está pasando?"-, exclamó Ezequiel, asustado.
Al ver la destrucción, Ezequiel supo que tenía que actuar rápido. Intentó mover la varita hacia la izquierda, añadiendo más vida a lo que había creado. Pero el resultado lo sorprendió aún más: el bosque se volvió más oscuro, y los animales comenzaron a huir. "Esto no está bien, ¿qué estoy haciendo mal?"-, pensó, frustrado.
Días pasaron y Ezequiel no podía dejar de pensar en su creación. Fue entonces cuando conoció a Lin, una pequeña hada que vivía en el bosque. "¿Por qué estás tan triste, Ezequiel?"-, le preguntó con voz dulce.
"He intentado crear un mundo hermoso, pero solo he traído destrucción"-, respondió el mago, sintiéndose impotente.
Lin sonrió y le dijo: "El equilibrio es la clave. Si mueves tu varita hacia un lado u otro, tendrás consecuencias. El crecimiento no viene de forzar las cosas. Debes encontrar el centro"-.
Ezequiel la miró, intrigado por las palabras del hada. "¿Y cómo lo hago?"-, preguntó con curiosidad.
"Enfócate y mantén tu varita en el medio. Tómate un momento para respirar y sentir la energía a tu alrededor. Cuando estés en equilibrio, la magia fluirá sin esfuerzo"-, explicó Lin.
Con la ayuda de Lin, Ezequiel practicó cada día. Aprendió a meditar y a respirar profundamente, sintiendo el pulso del aire y la tierra. Poco a poco, empezó a comprender el verdadero poder de su varita.
Finalmente, llegó el día en que se sintió listo. "¡Voy a intentarlo!"-, dijo emocionado. Ezequiel tomó su varita y la mantuvo en el centro. Este movimiento fue diferente a cualquier otro.
Un brillo radiante surgió de la varita y, como si el mundo respondiera a su deseo sincero, el bosque floreció como nunca antes. Los árboles se llenaron de hojas verdes y brillantes, y los animales regresaron, danzando felices entre las flores. "¡Lo logré!"-, gritó Ezequiel, lleno de alegría.
"Sí, lo hiciste, Ezequiel. Recuerda siempre que a veces es mejor no forzar las cosas y permitir que la magia fluya en equilibrio"-, le dijo Lin con una sonrisa.
Desde ese día, Ezequiel se convirtió en un mago conocido no solo por su magia, sino también por su sabiduría. Aprendió que el verdadero crecimiento y la belleza vienen cuando se encuentra el balance, y así, cada vez que creaba algo nuevo, siempre mantenía su varita centrada.
Y así, el mago y el bosque vivieron felices, recordando siempre que la verdadera magia está en el equilibrio.
"Gracias, Lin. Nunca olvidaré la importancia de estar en el centro"-, finalizó Ezequiel, mientras miraba el maravilloso mundo que había creado con su corazón y su varita mágica.
FIN.