El Mago Espacial y el Misterioso Agujero Negro



En una galaxia lejana donde las estrellas brillaban como diamantes, vivía un Mago Espacial llamado Cosmo. Era conocido por su sabiduría y sus poderes mágicos, que utilizaba para ayudar a quienes se cruzaban en su camino. Un día, mientras exploraba el vasto universo con su escoba voladora, Cosmo descubrió algo peculiar: un agujero negro que giraba con fuerza, como si estuviera invitando a entrar.

"¿Qué será eso?" - se preguntó Cosmo mientras se acercaba.

Decidido a desentrañar el misterio, decidió entrar en el agujero negro. Con un gesto de su varita, se lanzó en su escoba hacia la oscuridad. Pero cuando emergió del otro lado, se encontró en un lugar extraño que nunca había visto antes. Las estrellas eran diferentes y no reconocía ninguna de las constelaciones. Cosmo había llegado a un universo paralelo.

"¿Dónde estoy?" - exclamó, un poco asustado, pero también emocionado por la aventura.

Sin embargo, el nuevo universo era muy distinto al suyo. Allí, las criaturas eran mucho más pequeñas y adorables, pero también estaban en problemas. Los pequeños habitantes, unos seres llamados Luminí, estaban preocupados porque su luz se estaba apagando. Cosmo se acercó a ellos.

"Hola, pequeños amigos. ¿Qué les sucede?" - preguntó Cosmo, agachándose para escuchar.

"Estamos perdiendo nuestra luz, Mago Cosmo. Sin ella, nuestra casa se quedará a oscuras y no podremos jugar ni cantar más" - dijo uno de los Luminí, con una voz triste.

Cosmo se sintió conmovido. Sabía que debía ayudarles, pero no tenía idea de cómo regresaría a su propio universo.

"Voy a intentar ayudarlos. ¿Pueden decirme cuándo empezaron a perder su luz?" - preguntó con ánimo.

Los Luminí contaron que todo comenzó cuando empezaron a tener miedo del agujero negro.

"Pensamos que era un lugar peligroso y lo evitamos. Desde entonces, la luz se ha ido marchando" - explicó uno de ellos.

Cosmo recordó que la verdadera magia está en enfrentar los miedos. Entonces tuvo una idea.

"Voy a llevarlos al agujero negro. Juntos, podemos aprender a no temerle. Tal vez, su luz regrese al ver lo valientes que son" - dijo con firmeza.

Los Luminí dudaron, pero la seriedad de Cosmo les dio un poco de valor. Con un encantamiento de su varita, Cosmo creó una escoba mágica que podía llevar a todos en un solo viaje.

Al llegar al borde del agujero negro, los Luminí temblaban, pero Cosmo los animó.

"Recuerden, amigos, que el miedo puede ser vencido. Solo necesitan creer en ustedes mismos y en su luz" - les dijo.

"¡Sí! Podemos hacerlo!" - gritaron juntos.

Con gran valentía, se acercaron al agujero negro. Al entrar, sintieron una sensación cálida, como un abrazo de estrellas. Algo mágico sucedió: al cruzar al otro lado, comenzaron a brillar intensamente.

La luz de cada Luminí fue creciendo, iluminando todo a su alrededor y llenando el universo con destellos brillantes.

"¡Miren! ¡Estamos brillando!" - exclamaron llenos de alegría.

Pero habían aprendido algo importante: el agujero negro no era un enemigo, sino un misterioso portal a nuevas experiencias. Cosmo se sintió feliz de haberlos ayudado a superar sus miedos, pero sabía que también debía regresar a casa.

"Ahora, mis amigos, estoy muy feliz por ustedes, pero debo volver a mi universo. Pero siempre llevaré en mi corazón toda esta luz" - les dijo Cosmo con lágrimas de alegría.

"¡Pero queremos que regreses!" - dijeron los Luminí, tristeza en sus ojos.

"No se preocupen. La magia de la amistad nunca se apaga. Vendré a visitarlos, prometido" - respondió Cosmo mientras subía a su escoba.

Y así, el Mago Espacial se despidió de los Luminí. Los vecinos del universo de Cosmo estaban ansiosos de escuchar las historias del intrépido Mago que había vencido el miedo y ayudado a un nuevo grupo de amigos.

Desde ese día, el agujero negro dejó de ser temido y se convirtió en una puerta a nuevas aventuras, mientras muchos viajaban en la escoba del Mago Espacial para conocer a los Luminí. Y Cosmo, a su vez, aprendió que a veces, lo que parece más aterrador puede llevarnos a lo mejor de nuestras vidas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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