El Mago, la Princesa, y el Superhéroe
Había una vez un mago llamado Merlín que vivía en una antigua casa embrujada. La casa tenía ventanas de colores brillantes y jardín donde crecían flores gigantes, pero nadie se atrevía a acercarse, porque se decía que estaba llena de hechizos y misterios. Merlín pasaba su tiempo experimentando con pociones mágicas y creando encantamientos.
Un día, una princesa llamada Sofía decidió aventurarse en el bosque cercano y, guiada por la curiosidad, llegó hasta la casa de Merlín. Estaba buscando emociones nuevas, ya que siempre había vivido en el palacio, lejos de las aventuras.
Al llegar, la princesa se asomó a la ventana y vio a Merlín, envuelto en humo de colores.
"¡Hola, Merlín!" - gritó Sofía entusiasmada.
Merlín, sorprendido, salió de su casa. Sin embargo, no estaba preparado para la energía desbordante de la princesa.
"Oh, noble princesa, ¿qué te trae por aquí?" - preguntó Merlín, con una sonrisa tímida.
"Quiero ver magia de verdad, ¡mostrándome un truco espectacular!" - exclamó Sofía.
Merlín, emocionado por tener una visitante, decidió intentar hacer un gran hechizo. Pero en su impaciencia, lanzó un encantamiento que salió mal.
De repente, la casa tembló y un chispazo iluminó la habitación. Cuando el humo se disipó, la princesa se encontró frente a una pequeña rana.
"¡Oh, no! ¡Te convertí en rana!" - gritó Merlín con angustia.
La rana, con los ojos bien abiertos y un tono verde brillante, intentaba croar en medio del pánico.
Días pasaron y cada vez que alguien entraba en la casa, la rana única contaba su historia, pero nadie la escuchaba. Los aldeanos temían acercarse a la casa embrujada, y Merlín se sentía triste por lo que había ocurrido.
Un día, un superhéroe llamado Rayo Raudo, que podía volar y correr a la velocidad del rayo, escuchó rumores sobre una princesa atrapada en forma de rana en la casa de Merlín. Intrigado, decidió investigar. Al llegar a la casa, encontró la rana animada por un deseo ardiente de volver a ser humana.
"¡Hola, pequeña rana!" - dijo Rayo Raudo, sonriendo. "¿Tú eres la princesa Sofía?"
"Sí, ¡ayúdame!" - respondió la rana con una voz temblorosa. "Necesito volver a ser quien era, pero no se cómo."
Rayo Raudo, decidido a ayudar, le preguntó a Merlín.
"Merlín, ¿hay alguna manera de revertir el hechizo?"
Merlín se rascó la cabeza, preocupado, aunque también esperanzado.
"El hechizo se puede romper con un beso de amor sincero, pero ¿quién lo hará?" - dijo apenado.
Rayo Raudo se pasó la mano por la frente, pensando en la prueba que se avecinaba.
"¡Lo tengo!" - exclamó. "Voy a volar hasta el palacio y traer a la hermana de la princesa. Ella la quiere y seguro le dará un beso sincero."
El superhéroe voló rápido como un rayo y volvió con la hermana de Sofía. Ella, al ver a su hermana convertida en rana, no pudo contener las lágrimas.
"¡Sofía!" - gorgoteó "Te quiero, hermana, ¡nunca te dejaré sola!"
La hermana se inclinó y le dio un suave beso a la ranita.
Al instante, un destello de luz llenó la habitación. Sofía volvió a su forma humana.
"¡Estoy de vuelta!" - gritó emocionada. "Gracias, Rayo Raudo, gracias!"
Merlín, todavía un tanto aturdido, miró asombrado.
"Nunca imaginé que esto sucedería, me alegra que finalmente seas libre, Sofía. Lo siento mucho por lo que pasó."
"No te preocupes, Merlín. La vida está llena de aprendizajes. ¡Hoy aprendí que a veces la aventura nos puede llevar a lugares inusuales!"
Sofía, Merlín, y Rayo Raudo se hicieron amigos. Juntos, decidieron que podían usar la magia de Merlín para crear maravillas, ayudar a la gente y nunca dejar que la casa embrujada fuera un lugar aterrador.
La magia se volvió una expresión de amistad y bondad, y la casa, al final, se convirtió en un lugar donde los niños del pueblo venían a escuchar historias magníficas y aprender sobre superar los obstáculos, la valentía, y la importancia de la familia.
Y así, el mundo se llenó de risas y magia, y el eco de la aventura perduró en el tiempo.
Fin.
FIN.