El mago tímido



Había una vez un niño llamado Saúl, que vivía en un pequeño pueblo. Saúl siempre se sentía triste y solo porque no sabía cómo hacer amigos.

Aunque deseaba ser admirado y querido por los demás, su timidez y dificultad para expresarse correctamente le dificultaban mucho las cosas. Un día, mientras paseaba por el parque, Saúl vio a un grupo de niños jugando fútbol. El corazón de Saúl se llenó de alegría al verlos tan felices juntos.

Decidió acercarse e intentar unirse a ellos. - ¡Hola chicos! ¿Puedo jugar con ustedes? - preguntó tímidamente Saúl. Los niños lo miraron extrañados y uno de ellos respondió: "Lo siento, pero ya somos suficientes jugadores".

Saúl se sintió desanimado y volvió a casa con la cabeza baja. No entendía por qué siempre le pasaba lo mismo. Quería tanto ser parte del grupo, pero parecía que nadie lo comprendía o apreciaba.

Esa noche, mientras Saúl estaba sentado en su habitación pensando en su situación, tuvo una idea brillante. Recordó haber visto en la televisión un concurso de talentos donde los participantes impresionaban al público con sus habilidades especiales. - ¡Eso es! - exclamó emocionado-.

Si tengo algo especial para mostrarles a los demás, seguro me aceptarán y querrán ser mis amigos. Al día siguiente, Saúl decidió aprender magia para sorprender a todos con sus trucos mágicos.

Pasó horas y horas practicando en secreto, hasta que finalmente se sintió lo suficientemente seguro como para mostrar su talento. Saúl decidió organizar un pequeño espectáculo de magia en el parque. Colocó un cartel hecho a mano que decía: "¡Ven a ver los increíbles trucos mágicos de Saúl!".

Cuando llegó la hora del espectáculo, Saúl estaba nervioso pero emocionado. Los niños del pueblo comenzaron a reunirse alrededor de él, expectantes por ver qué tenía preparado. - ¡Bienvenidos! - dijo Saúl tartamudeando un poco-.

Hoy les voy a mostrar algunos trucos mágicos que he aprendido. Espero que les gusten. Saúl comenzó su espectáculo y aunque cometió algunos errores y se lío al hablar en varias ocasiones, los niños estaban fascinados con sus trucos.

Aplaudieron y sonrieron mientras Saúl seguía haciendo magia. Al finalizar el show, uno de los niños se acercó a Saúl y le dijo:- ¡Eso fue increíble! Nunca antes había visto una actuación tan divertida.

¿Puedes enseñarme algunos trucos? Los demás niños también se acercaron entusiasmados y empezaron a hacer preguntas sobre cómo aprender magia. Para sorpresa de Saúl, todos querían ser amigos suyos por su habilidad especial.

A partir de ese día, Saúl descubrió que no necesitaba ser perfecto ni tener todas las palabras correctas para ser admirado y querido por los demás. Su pasión por la magia lo llevó a encontrar amigos verdaderos que apreciaban su esfuerzo y talento.

Saúl aprendió una valiosa lección: cada uno de nosotros tiene algo especial para ofrecer al mundo, y no importa cuán tímidos o diferentes seamos, siempre habrá alguien dispuesto a valorarnos por lo que somos. Desde ese día, Saúl continuó practicando magia y compartiendo su talento con los demás.

Se convirtió en un niño más seguro de sí mismo y nunca dejó que la timidez le impidiera hacer amigos.

Y así, Saúl vivió feliz rodeado de personas que lo admiraban por ser él mismo, demostrando que la amistad verdadera no se basa en la perfección, sino en el amor y aceptación mutua.

FIN.

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