El Mago y el Rato Valoroso



Era un día soleado en la Escuela Primaria Arco Iris. Los alumnos de tercer grado estaban ansiosos porque ese día recibirían una visita muy especial: ¡un mago! El profesor Martínez había preparado todo para que los chicos aprendieran sobre la magia y la creatividad.

Cuando llegó la hora, todos se acomodaron en el aula para ver a don Ramón, el mago. Estaba vestido con una capa brillante y un sombrero de copa muy alto.

"¡Hola, chicos! Soy don Ramón, el gran mago!" - exclamó, agitando su varita mágica.

Los ojos de los niños brillaban de emoción. Uno de ellos, Tomi, no pudo evitar preguntar:

"¿Cómo haces para que las cosas desaparezcan?"

"Es un secreto, pero les diré que la magia está en los ojos de quienes creen en ella" - respondió don Ramón, sonriendo.

De repente, un pequeño ratón gris apareció entre las mesas, causando un gran revuelo entre los alumnos.

"¡Un ratón!" - gritó Sofía, corriendo detrás de su compañero. Pero el ratón era ágil y logró esquivarla.

Don Ramón, viendo la situación, hizo un gesto con su varita.

"¡Esperen! No lo espanten, este ratón se llama Lucho y es mi asistente mágico. Lleva mensajes muy importantes. Voy a mostrarles algo increíble con él".

Los chicos miraron con curiosidad mientras el mago comenzaba a realizar trucos con Lucho. Con un par de movimientos y palabras mágicas hizo que el ratón saltara a través de aros y se deslizara por la pizarra. Todos reían y aplaudían, sorprendidos por la habilidad de Lucho.

"¿Y qué más puede hacer Lucho?" - preguntó Martín, emocionado.

"Más que solo trucos. Lucho también tiene algo que enseñarnos sobre la valentía y la amistad. Muchos piensan que los ratones son solo animales pequeños y asustadizos, pero Lucho es un gran ejemplo de valentía y esfuerzo.

De hecho, quiero que él sea quien les dirija una pequeña misión. ¿Pueden ayudarlo a encontrar su queso mágico? Es un objeto muy especial que se esconde en el patio del colegio" - dijo don Ramón.

Asombrados, los alumnos aceptaron el reto. Este sería un día lleno de aventuras. Cada uno tomó su papel: Sofía y Tomi se encargarían de buscar en el arbusto cerca del árbol; Valentina y Martín irían a la casita de juegos.

Mientras buscaban, los niños se daban cuenta de que algo muy importante sucedía. En el camino, se ayudaban entre ellos, compartiendo ideas y riendo. Lucho, con su pequeña colita, los guiaba. De repente, comenzaron a acercarse a la fuente del patio, donde había una gran piedra brillante.

"¡Miren eso!" - gritó Valentina.

"¡Es el queso mágico!" - exclamó Tomi, mientras Lucho daba saltitos de alegría.

Pero cuando empezaron a acercarse, el viento sopló con fuerza y el queso mágico se movió volando hacia arriba, ¡atrapado en la rama de un árbol justo enfrente de ellos!"¿Cómo lo vamos a bajar?" - dijo Sofía preocupada.

Don Ramón, que había estado observando, se acercó y dijo:

"A veces, el verdadero poder de la magia no está solo en un hechizo, sino en el trabajo en equipo y la creatividad. Ustedes pueden usar su ingenio. ¿Qué ideas tienen?"

Los niños se miraron y comenzaron a proponer ideas. Decidieron utilizar una larga cuerda de la clase de Educación Física que ataron a un palo. Con mucha colaboración, lograron hacer un gancho y así atrapar el queso mágico.

Don Ramón aplaudió entusiasmado mientras Lucho el ratón daba saltitos de felicidad. Los alumnos estaban radiantes, no solo porque habían encontrado el tesoro, sino porque habían aprendido la importancia de trabajar juntos y ayudarse mutuamente.

"Recuerden, chicos, la verdadera magia está en su corazón y en su capacidad para unirse frente a los desafíos. ¡Nunca dejen de creer en ustedes mismos!" - dijo el mago mientras Lucho se acomodaba en su hombro.

Al final del día, don Ramón y Lucho se despidieron, dejando a los chicos con sonrisas en sus rostros y un nuevo sentido de amistad. Desde ese momento, cada vez que los alumnos veían una pequeña dificultad, recordaban a Lucho, el ratón valoroso que les había enseñado a enfrentar los retos con valentía y colaboración.

FIN.

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