El Mal Aliento del Dragón



En un lejano y encantado reino, vivía un dragón llamado Drako. A diferencia de otros dragones de su especie, Drako no escupía fuego, sino que tenía un problema de mal aliento. El pobre dragón había probado de todo: enjuagues de hojas, pastas de dientes a base de uva e incluso caramelos de menta, pero nada parecía funcionar. Su aliento era tan fuerte que ahuyentaba a los animales del bosque y hasta a sus amigos.

Un día, mientras Drako volaba por el cielo despejado, sintió que algo no estaba bien. Miró hacia abajo y vio a todos los animales del bosque corriendo asustados.

"¿Por qué huyen de mí?" - se preguntó con tristeza.

Decidido a descubrir la razón, descendió y se encontró con su mejor amigo, el conejo Timo.

"Timo, ¿por qué todos huyen de mí?" - preguntó Drako.

"Es tu aliento, Drako. Es muy fuerte y causa miedo en los demás" - respondió Timo, evitando la mirada del dragón.

Drako se sintió herido, pero entendió que era hora de buscar una solución.

"Debo encontrar una forma de hacer que mi aliento sea más agradable", se dijo a sí mismo.

Así, comenzó su aventura. Primero, decidió visitar a la sabia tortuga Lía, quien siempre tenía buenos consejos.

"Querido Drako, la clave para un buen aliento está en lo que comes. Necesitas consumir más frutas y verduras. El ajo y la cebolla, aunque son sabrosos, no te ayudarán" - le aconsejó Lía.

Drako sintió que esto era un buen comienzo. Comió muchas frutas: manzanas, peras y hasta kiwis. Pero en lugar de mejorar su aliento, comenzó a tener un problema diferente: ¡sus burbujas eran de colores extraños!"¡Esto es raro!" - exclamó Drako, sorprendido.

Sin embargo, los colores pronto llamaron la atención de los animales. Ellos, intrigados por el espectáculo, se acercaron sin miedo. Todo el bosque se llenó de risas y alegría. Los ojos de Drako brillaron.

"¿Les gusta?" - preguntó, sonriendo.

"¡Sí! Eres increíble, Drako!" - gritaron los animales mientras aplaudían.

Pero Drako sabía que aún necesitaba resolver el misterio de su mal aliento. Entonces decidió visitar a su viejo amigo, el sabio búho Óscar, quién sabía de casi todo.

"Óscar, ¿tú sabes cómo puedo quitarme el mal aliento?" - preguntó con esperanza.

"Claro, amigo. Para solucionar tu problema, necesitas hacer algo diferente. Debes dejar de pensar en lo que hay dentro de ti y enfocarte en ayudar a los demás. La bondad y las buenas acciones también pueden hacer que tu aliento mejore" - le respondió Óscar.

Motivado por el consejo, Drako voló hacia el bosque y ayudó a los animales a construir sus casas, a buscar comida y a organizar un gran picnic. Se dedicó a hacer felices a los demás.

Con cada buena acción, sintió un cambio en su interior. Y así, un día, al terminar sus tareas, se miró en el lago y se dio cuenta de que, cuando sonreía y hacía felices a los demás, su aliento se había vuelto mucho más fresco.

Drako corrió a contarle a Timo.

"¡No vas a creerlo, Timo! Creo que ya no tengo mal aliento!" - dijo emocionado.

"¡Vamos a probarlo!" - exclamó el conejo.

Así que Timo y Drako se acercaron a los demás animales del bosque.

"¡Hola a todos! ¡Soy Drako, el dragón que ahora está listo para ser su amigo!" - dijo, con una gran sonrisa.

Los animales se acercaron a él lentamente, y al instante se dieron cuenta de que Drako estaba diferente.

"¡Qué bien huele!" - exclamó una pequeña ardilla.

Drako se sintió aliviado y contento. Aprendió que a veces, los problemas que creemos tener son en realidad oportunidades para ser mejores y ayudar a quienes nos rodean. Desde ese día, Drako no solo cuidó su aliento, sino que se convirtió en el dragón más querido del reino, siempre listo para ayudar y hacer reír a los demás.

Y así, el dragón que una vez temieron se convirtió en un héroe, mostrando que lo que realmente importa es la bondad en el corazón. Y así, entre risas y grandes aventuras, Drako vivió feliz para siempre, mostrando que a veces, los problemas pueden ser la clave para crear la felicidad en los demás.

FIN.

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