El manzano defensor

Había una vez un manzano en el jardín de la casa de Andrea. El árbol era grande y frondoso, y siempre estaba lleno de manzanas rojas y jugosas.

Pero lo que más le gustaba a Andrea del manzano era el columpio que había colgado en una de sus ramas más fuertes. Un día, mientras Andrea se balanceaba con los pies hacia adelante y hacia atrás en su columpio, escuchó un ruido extraño.

Miró hacia abajo y vio a un pequeño zorro que se había acercado al pie del árbol. - ¡Hola! -dijo Andrea sonriendo-. ¿Qué haces aquí? - Hola -respondió el zorro tímidamente-. Solo estoy buscando algo para comer.

Andrea sintió pena por el zorro, así que bajó del columpio y fue a buscarle una manzana del árbol. El zorro la devoró rápidamente y luego se alejó corriendo entre los arbustos.

A partir de ese día, cada vez que Andrea iba a jugar al columpio, llevaba algunas manzanas extras para compartir con los animales del bosque. Pronto comenzaron a aparecer conejos, ardillas e incluso pájaros para disfrutar de las generosas ofrendas de la niña rubia.

Pero un día llegó un hombre malvado llamado Donato. Él odiaba todo lo relacionado con la naturaleza y decidió cortar todos los árboles del jardín para construir edificios modernos en su lugar. Andrea estaba devastada al ver cómo su amado manzano desaparecía ante sus ojos.

Sin embargo, no permitiría que Donato se saliera con la suya. Con la ayuda de sus amigos animales, Andrea ideó un plan para detener al hombre malvado.

Juntos, sabotearon las herramientas de Donato y lo asustaron con una serie de trucos ingeniosos. Finalmente, el hombre desistió y decidió dejar en paz los árboles del jardín.

A partir de ese día, Andrea aprendió que no importa cuán pequeño seas, siempre puedes hacer una gran diferencia en el mundo si trabajas duro y te mantienes fiel a tus valores. Y así, cada vez que se balanceaba en su columpio bajo las ramas del manzano, recordaba la importancia de cuidar y proteger nuestro medio ambiente para las generaciones futuras.