El mapa de los guardianes verdes
Había una vez un niño llamado Bautista, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos paisajes y mucha naturaleza.
A Bautista le encantaba pasar tiempo al aire libre y disfrutar del sol, el viento y todo lo que la naturaleza tenía para ofrecerle. Pero lo que más le gustaba a Bautista era salir a jugar a la plaza.
Cada tarde, después de la escuela, se reunía con sus amigos en el parque y juntos se divertían jugando al fútbol, columpiándose en los juegos o simplemente corriendo por todos lados. Un día, mientras Bautista estaba jugando a las escondidas con sus amigos, vio algo brillante entre los arbustos. Se acercó curioso y descubrió un mapa misterioso.
Parecía ser un tesoro escondido en algún lugar del pueblo. Bautista decidió seguir el mapa junto con sus amigos. Caminaron durante horas siguiendo las indicaciones hasta llegar a un viejo árbol cerca del río.
Allí encontraron una caja enterrada bajo tierra. Llenos de emoción, abrieron la caja y dentro encontraron una nota escrita por alguien llamado "El Abuelo". La nota decía: "Felicidades aventureros, han demostrado ser valientes y perseverantes.
Este tesoro es solo el comienzo de muchas otras aventuras que les esperan". A partir de ese día, Bautista se convirtió en el líder del grupo de amigos exploradores.
Juntos descubrieron cuevas secretas en las montañas cercanas, buscaron tesoros perdidos en antiguas ruinas y exploraron el fondo del río en busca de peces exóticos. Cada aventura les enseñaba algo nuevo. Aprendieron sobre la importancia del trabajo en equipo, de ser valientes y perseverantes, pero también de cuidar y respetar la naturaleza que los rodeaba.
Bautista se dio cuenta de que salir a jugar a la plaza no solo era divertido, sino que también podía ser una oportunidad para aprender cosas nuevas y vivir emocionantes aventuras.
Sus amigos estaban encantados con las historias que Bautista les contaba después de cada expedición. Con el tiempo, Bautista y sus amigos se convirtieron en verdaderos guardianes del pueblo.
Organizaban jornadas de limpieza para mantener la plaza y los espacios naturales libres de basura, plantaban árboles y crearon un huerto comunitario donde todos podían aprender sobre agricultura sostenible.
La historia de Bautista nos enseña que salir a jugar a la plaza no solo es una forma divertida de pasar el tiempo, sino también una oportunidad para aprender y crecer como personas. Así que si alguna vez te encuentras con un mapa misterioso o una caja enterrada bajo tierra, ¡no dudes en seguir tu curiosidad! Quién sabe qué aventuras te esperan allí fuera.
FIN.