El mapa de los sentidos



Gael era un niño curioso y aventurero que siempre estaba buscando nuevas experiencias. Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, encontró un misterioso mapa escondido entre los arbustos.

Al desplegarlo, Gael se dio cuenta de que mostraba el camino hacia el país de los cinco sentidos. ¡Era justo lo que él había estado deseando! Sin perder tiempo, decidió emprender su emocionante viaje.

Siguiendo las indicaciones del mapa, Gael llegó a la entrada del país de los cinco sentidos. Allí fue recibido por un simpático guía llamado Simeón, quien le explicó cómo funcionaba todo. "¡Bienvenido al país de los cinco sentidos!" dijo Simeón con una amplia sonrisa.

"Aquí podrás explorar cada uno de tus sentidos y aprender cosas maravillosas". Emocionado, Gael comenzó su recorrido por el país. Su primera parada fue en la montaña de la vista.

Al llegar a la cima, se encontró con unos binoculares gigantes que le permitieron ver paisajes hermosos y detalles increíbles. "¡Wow! Nunca había visto algo tan impresionante", exclamó Gael maravillado. Después de disfrutar del paisaje visualmente impactante, Gael siguió su camino hacia el valle del tacto.

Allí se encontraba una gran variedad de texturas para explorar: desde algodón suave hasta arena áspera. Gael cerró los ojos y tocó diferentes objetos con sus manos pequeñas.

Cada vez que descubría una nueva textura, podía sentir cómo su cerebro registraba esa información y le permitía conocer el mundo de una manera diferente. "¡Es como si mis manos tuvieran una fiesta de sensaciones!", dijo Gael riendo. Después de disfrutar del tacto, Gael continuó su aventura hacia el jardín del olfato.

Allí se encontraban flores de todos los colores y aromas. Cada vez que Gael inhalaba profundamente, podía sentir cómo esos olores llenaban su nariz y le proporcionaban una experiencia única. "¡Huele a rosas! ¡Y también a chocolate! Esto es increíble", exclamó Gael emocionado.

El siguiente destino fue la casa del gusto, donde se encontraban platos exquisitos preparados por expertos chefs. En cada bocado, Gael descubría sabores nuevos y emocionantes que hacían bailar a sus papilas gustativas.

"Este país es un verdadero festín para mi paladar", dijo Gael con la boca llena de comida deliciosa. Finalmente, llegó al último lugar: el auditorio del oído. Allí se encontraba un concierto mágico en el que los sonidos cobraban vida.

Desde música suave hasta explosiones fuertes, Gael pudo experimentar todo tipo de melodías y ritmos. "¡Esto es genial! ¡Puedo sentir la música vibrando en mi cuerpo!", gritó Gael emocionado.

Al finalizar su recorrido por el país de los cinco sentidos, Gael se dio cuenta de lo afortunado que era por poder experimentar todas estas maravillas. Aprendió que cada uno de sus sentidos era especial y único, y que debía cuidarlos siempre.

Con el corazón lleno de gratitud, regresó a casa con el mapa en la mano. A partir de ese día, Gael valoró aún más cada detalle que sus sentidos le permitían percibir.

Y así, Gael continuó explorando el mundo con una nueva perspectiva, sabiendo que los cinco sentidos eran su guía para descubrir la belleza oculta en cada rincón del universo.

FIN.

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